Las guerras arrecian en el mundo y casi ninguna parte esta exenta de las hostilidades. Hace algo más de un año que África sangra en Sudán. La invasión rusa de Ucrania y la creciente tensión bélica en Oriente Medio han arrinconado los focos mediáticos para un conflicto que muchos consideran 'de segunda categoría'. Sin embargo, sus consecuencias se antojan dramáticas. En palabras del secretario general de la ONU, António Guterres, el mundo «está olvidando al pueblo de Sudán», cuando se cumple un año de la guerra civil entre el gobierno militar y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
El conflicto, que enfrenta a dos facciones del ejército, ha tenido efectos devastadores: ocho millones de desplazados (de ellos, 1,8 millones en países vecinos), 25 millones de personas necesitadas de asistencia humanitaria y 18 millones que sufren lo que se considera «hambre aguda». En una declaración desde la ONU, Guterres dijo que los ataques de Irán contra Israel del sábado han alejado una vez más el foco de Sudán, donde se vive «una urgencia dramática de vida o muerte» y donde, más que un conflicto entre dos partes, lo que allí sucede es «una guerra dirigida contra el pueblo sudanés».
«Es una guerra contra poblados, casas, hospitales, escuelas y sistemas vitales que han quedado reducidos a escombros. Es una guerra contra los derechos humanos y la ley internacional (en la que) ataques indiscriminados matan, lastiman o aterrorizan a civiles», pero también al personal humanitario, dijo. En el momento actual, se teme una ofensiva a gran escala de las FAR contra El Fasher, capital del estado de Darfur Norte, y si eso se produce «sería devastador para los civiles», indicó Guterres, dado que la ciudad concentra las operaciones logísticas de asistencia de la ONU y otras agencias para todo ese estado, el más castigado por la violencia.
Este pasado lunes se llevó a cabo en París un encuentro internacional. En él distintos actores comprometieron 2.000 millones de euros, una cantidad que «no es ni de lejos suficiente» para hacer frente a la catastrófica crisis humanitaria que atraviesa la población del país africano, denunció este martes Médicos Sin Fronteras (MSF). «Aunque es positivo que tantos países hayan mostrado su apoyo en la conferencia de donantes, 2.000 millones de euros no son ni de lejos suficiente para cubrir las enormes y crecientes necesidades de Sudán y de los países vecinos», dijo en un comunicado la responsable de emergencias de MSF en Sudán, Claire Nicolet.
La cooperante recordó que Naciones Unidas pidió un total de 4.100 millones de dólares para hacer frente a la crisis en Sudán, donde 27 millones de personas dependen de la ayuda humanitaria y otras 18 millones están a las puertas de la hambruna por la guerra que atraviesa el país desde hace justo un año. Además, el sangriento conflicto entre el Ejército sudanés y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) ha provocado el desplazamiento de más de 8,6 millones de personas, de las cuales más de 2 millones han buscado refugio en otros países como Chad, Sudán del Sur y Egipto, mayoritariamente.
Nicolet deseó que las donaciones prometidas en la conferencia de París «ayuden a ampliar la respuesta humanitaria» en las zonas bajo control del Ejército (principalmente el norte y el este de Sudán), pero lamentó que «millones de personas seguirán sin recibir ayuda» dado que los militares bloquean los suministros mandados a las áreas en manos de las FAR. Explicó que desde octubre MSF no ha podido llevar suministros a los centros de salud de Jartum, el epicentro de la violencia, donde solo quedan el 20 % de las existencias requeridas por los hospitales.
«Necesitamos urgentemente más suministros; ya nos hemos quedado sin tratamiento contra la malaria y, por desgracia, eso ha supuesto la muerte de varios niños. Esto no debería estar ocurriendo. Es vital que se permita la entrada de la ayuda humanitaria a todas las zonas de Sudán», exigió Nicolet. La responsable de MSF recordó que su organización es la única ONG internacional que opera sobre el terreno en varias zonas de Sudán, mientras que en otras «no hay absolutamente nadie prestando ayuda». Se calcula que la guerra desatada el 15 de abril de 2023 por una rebelión de las FAR contra el ejército ha provocado la muerte de alrededor de 15.000 civiles, mientras que organizaciones como la ONU han alertado sobre la comisión de crímenes de guerra e incluso de indicios de limpieza étnica.