La joven Sahar Kalderon, rehén israelí liberada el pasado mes de noviembre y cuyo padre sigue cautivo en la Franja de Gaza, expresó este lunes su indignación en una intervención ante los miembros del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa por el inicio del receso del Parlamento israelí (o Knéset), que se prolongará tres meses y será el más largo de su historia.
«Hace casi un año que han estado amenazando a mi padre con una pistola en la cabeza, ¿y me estás hablando de ir al receso? ¿Cómo os atrevéis?», reprochó a los legisladores israelíes. «Soy una chica de 17 años que debería vivir la adolescencia como cualquier adolescente. En cambio, me siento culpable todos los días. Sé que mi padre está vivo y sé que pueden traerlo de vuelta, entonces ¿por qué no ha sucedido todavía?», prosiguió enfadada esta joven israelí que fue, junto a su hermano, una de las rehenes liberadas en el único acuerdo sellado hasta ahora entre Israel y Hamás, el año pasado.
De los 251 secuestrados el 7 de octubre, quedan en el enclave 111 cautivos, al menos 39 de ellos muertos según Israel -más de 70 según Hamás-, mientras que hay otros cuatro rehenes israelíes desde hace años, dos de ellos muertos. La desesperación entre los familiares es cada vez mayor al ver que pasan los días y que el Gobierno de Benjamín Nentanyahu ignora sus peticiones para que firme un acuerdo con el grupo palestino que permita la liberación de sus seres queridos.
«Sé que mi padre está soportando torturas físicas y mentales porque yo estuve allí con él. ¿Tenéis alguna idea de cómo es vivir así?», lamentó Kalderon en la Knéset. En este contexto de tensión e incertidumbre, el receso parlamentario, que comenzó este lunes, permitirá al mandatario israelí tomar decisiones sin apenas supervisión de los legisladores, al tiempo que será un período de invisibilidad para los miembros de la oposición.
Además, el Parlamento israelí se había convertido estos últimos meses en un escenario también para los familiares o rehenes liberados, donde podían hacer llegar de una forma más directa sus demandas y preocupaciones tanto a los miembros del Gobierno como al resto de los diputados, en algunas de las sesiones parlamentarias. «Cuando hay un receso, la mayoría de actividades parlamentarias se suspenden», explicó el consultor político Tal Elovits en una entrevista con EFE, poniendo como ejemplo la capacidad de preguntar al Gobierno, proponer mociones o participar en reuniones semanales del plenario.