La Unión Europea centrifuga cada cierto tiempo, como quien se reencuentra consigo mismo después de una etapa exigente y se debate entre el agotamiento y ver qué le depara el futuro. Eso es lo que le está pasando a la Unión; no ha habido momentos en el que se llenaran tantas líneas, se produjeran tantos debates y se tomaran tantas decisiones trascendentales como en los últimos cinco años. Y ahora el bloque tiene que elegir: dejar puesto el piloto automático, porque se enfrasque en debates eternos o la mutación hacia una conversación más ágil, más aguda y también más complicada dado el reparto de fuerzas. Ya lo cantaba Mercedes Sosa: "Cambia, todo cambia".
Y la UE no es una excepción. Pero más allá de los grandes temas, entrará ahora en la legislatura de los matices, tal como expresan algunas fuentes consultadas, quienes dan por hecho que "vienen años en los que todo se va a decidir en lo concreto, en lo muy concreto", porque "se van a comprobar hasta los puntos y las comas". Es la Unión Europea de las pequeñas cosas y la foto, vista desde las alturas, no puede ser más clara. Más eurodiputados, nuevas comisarías, un Consejo más político: la UE da una vuelta a sí misma. Ahora, la clave estará en la profundidad; en ver cuánto se puede bucear desde Bruselas y Estrasburgo para que la Unión no caiga en la parálisis, sino todo lo contrario. "Es el momento de coger velocidad", comentan las fuentes.
La pregunta es sencilla de hacer, pero muy difícil de responder. Y esa respuesta no será la misma a medida que pase el tiempo. Ahora, ¿dónde están o estarán esos "matices" de los que tanta gente habla en la nueva Unión Europea?
No hay cambios en cuanto a forma, porque además no se ha puesto sobre la mesa ni parece que se vaya a poner a corto plazo la opción de una reforma de los Tratados, así que seguirá primando la unanimidad, con problemas internos como el choque con Hungría y la necesidad de todo 'síes' para sacar adelante decisiones conjuntas. En ese escenario, que en la superficie es el mismo de siempre, cabe mirar con lupa dónde pueden estar los puntos en las que la UE se puede volver más ágil o más lenta en función de los acontecimientos.
Un Parlamento mayor y más fragmentado
El Parlamento Europeo se parte en ocho grupos, pero en realidad hay dos mitades: la mayoría proeuropea resiste, como se vio con los 404 votos a favor de Ursula von der Leyen para que siga al frente de la Comisión Europea. El PPE sigue siendo la fuerza mayoritaria y en realidad es el grupo que tiene la llave de todo: puede elegir, si mantener el bloque centrista con socialdemócratas, liberales y verdes o moverse hacia la derecha radical en temas como la migración. Ese doble juego puede ser una de las claves para la construcción de mayorías y por tanto para ver qué camino escoge la UE en los grandes temas.
La derecha radical ha crecido, sí, pero, de nuevo, con matices: ha pasado de querer formar un supergrupo a dividirse en tres, con una familia política más que en el pasado lustro. En la lado de la derecha, ECR se mantiene como el único grupo que sobrevive desde 2019, con otros dos que son nuevos: los Patriotas por Europa, fundados y liderados por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y los Soberanistas, que no dejan de ser una escisión de los anteriores, con AfD a la cabeza. Esos dos últimos pasos enterraron del todo a Identidad y Democracia (ID), la familia política que apadrinaron Marine Le Pen y Matteo Salvini hace cinco años y que solo ha durado un lustro.
Por partes, 84 eurodiputados tendrán los Patriotas por Europa. Si bien el impulsor es Vikto Orbán, su partido, Fidesz, no es el mayoritario: los capitanes del grupo serán RN (30 eurodiputados), la formación de Marine Le Pen. En este sentido, Jordan Bardella, el enfant terrible de la lideresa, será el presidente del grupo, que compartirán con la Lega de Salvini, el FPO austriaco o Vox, que tendrá una vicepresidenta en manos de Hermann Tertsch. Y no, no son una familia tan bien avenida, sobre todo en lo referente a la invasión rusa de Ucrania. Sí coinciden en su discurso antiinmigración, su defensa de la familia tradicional o la oposición de plano al Pacto Verde.
Con 78 asientos se quedan de momento los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR, por sus siglas en inglés). Es el único grupo que sobrevive como tal respecto a la pasada legislatura. Sigue a la cabeza del mismo Giorgia Meloni, que no es eurodiputada pero sí presidenta de esta familia, donde sus Fratelli son el partido mayoritario y harán un frente común con los polacos de Ley y Justicia. Son los que han sufrido bajas a raíz de la formación de Patriotas, pero se mantienen más cerca del PPE que estos. Con 25 escaños se quedan los Soberanistas, liderados por AfD y situados en la parte más derecha del espectro; son los más antisistema de la Eurocámara.
Las votaciones, por tanto, irán hacia márgenes más "estrechos", tal como repiten las fuentes consultadas por 20minutos. "La mayoría de Von der Leyen fue holgada, pero no será la norma durante la legislatura", avisan las mismas fuentes, que ponen como ejemplo la Ley de Restauración de la Naturaleza, que salió adelante al final de la pasada legislatura por unas decenas de votos después de que incluso se diera un empate entre síes y noes a nivel de comisión parlamentaria. Además, esa norma provocó una importante división dentro del PPE.
Un cordón sanitario... ¿para cinco años?
Por lo pronto hay que poner la lupa en algo que se tendrá que seguir dilucidando con el paso del tiempo: el cordón sanitario precisamente a la ultraderecha, o al menos a parte de ella. Y es que ECR sí formará parte de las primeras líneas de las comisiones; el grupo de Meloni presidirá el comité de Agricultura, con la checa Veronika Vrecionová y el de Peticiones, cuyo presidente será el polaco Bogdan Rzońca. Además, también tendrá una vicepresidencia de la Eurocámara. En ese reparto se han quedado fuera los eurodiputados de Patriotas y de los Soberanistas, con un bloqueo que ambas familias han calificado de "antidemocrático".
La gran duda estará en si este veto 'estructural' se mantendrá cuando se entre en materia con la votaciones. Los tres grupos de derecha radical tienen posiciones muy cercanas en temas como la migración, la política social o la economía, aunque disten en la ayuda a Ucrania. Cuando se "baje al barro" se verá hasta qué punto el PPE se puede acercar a estos grupos o no, aunque tanto Von der Leyen como el líder de los conservadores en la Eurocámara, Manfred Weber, distinguen claramente entre ECR -socio asumible- y los Patriotas y los Soberanistas -que no lo son-. Ahora, se basan en la invasión rusa para marcar ese límite; si la guerra pasa a un segundo plano, las dinámicas podrían cambiar.
Nuevos temas, nuevas comisarías
Nueva UE, nueva etapa, nuevas comisarías para nuevos temas. Se tendrá que reestructurar el nuevo Ejecutivo de Von der Leyen porque las prioridades serán otras. La alemana apostará mucho más por el pragmatismo que en la pasada legislatura, porque la Unión "tiene que adaptarse" y luchar contra quienes van "contra el estilo de vida europeo". Puso el foco en su discurso de 'investidura' en dos conceptos, sobre todo, como son la prosperidad y la competitividad, de cara a un lustro que estará centrado en la Defensa, en la industria y en "apostar por la perspectiva social" del proyecto comunitario, con asuntos como la vivienda en primera línea.
"Europa se enfrenta a una crisis inmobiliaria que afecta a personas de toda edad y familias de todo tamaño. Los precios y los alquileres se están disparando. La gente está luchando por encontrar viviendas asequibles, así que desarrollaremos un Plan de Vivienda Asequible para analizar todas las causas de esta crisis", dijo la alemana, que anunció además que ayudará a "desbloquear la inversión necesaria tanto público como privada" para conseguirlo. "La vivienda no suele ser una competencia comunitaria y algunos dirán que no debemos involucrarnos, pero quiero que esta Comisión ayude a la gente donde se necesite más. Si algo preocupa a los europeos, le preocupa también a Europa".
Von der Leyen, por lo pronto, ha anunciado la creación de nuevas carteras: comisario de Defensa, comisario de Vivienda, comisario de Justicia Intergeneracional o comisario para el Mediterráneo, además de uno exclusivo para Pesca. Tiene todos los retos a la vez, y lo sabe. Por eso no solo de anuncios vivió la alemana, sino que tuvo que dejar también relato, sobre todo en lo que se refiere a la lucha "frente a los extremos", algo que ya anunció en la noche electoral. "Estoy aquí, dispuesta a liderar la lucha junto al resto de fuerzas democráticas de esta casa", expresó, y tendió la mano a un Parlamento Europeo que la vigilará con mucha atención. La legislatura que ahora empieza será, parece, la de la reconversión de la UE hacia un panorama más técnico, más exigente, pero también más peligroso.
¿Qué pasará en el Consejo?
Un mapa es el del Parlamento Europeo, pero el Consejo, que es el otro legislador, tiene otros equilibrios. De hecho, los gobiernos más rupturistas tienen un poder de bloqueo importante si contamos a Hungría, Italia, Eslovaquia y República Checa. Se salvó una bola de partido para el europeísmo con la derrota de Marine Le Pen en las legislativas francesas. Un primer ministro galo de derecha radical hubiera complicado los acuerdos entre los 27, que ya vieron muchos problemas durante los últimos tiempos, sobre todo con la discordancia principal de Viktor Orbán.
El apoyo a Kiev puede no ser la única china en el zapato para alcanzar la unanimidad entre los Estados miembros; los vínculos con China y una política más dura con Pekín -Italia acaba de firmar grandes acuerdos con ellos- o los eternos debates migratorios o climáticos podrían estancarse también a nivel de países; si hay lentitud en el Consejo, la habrá en el Parlamento... y viceversa, por mucho que Von der Leyen incida una y otra vez en la necesidad de que la UE tiene que acelerar.
Todos estos elementos son los que servirán para construir una 'nueva' UE... o no. La parálisis ha sido el gran problema del bloque comunitario en muchos momentos de su historia, pero ahora mismo la realidad impera: contrariamente al dicho, aquí el que no sale en la foto es el que no se mueva. Rusia, China y Estados Unidos lanzan, cada uno a su manera, grandes órdagos a la Unión, que tendrá que gestionar sus propios matices y sus propias contradicciones si quiere encarar cinco años con mucho que decir en el mundo.