El presidente de Senegal, Bassirou Diomaye Faye, prometió una «persecución sin tregua» contra los traficantes que transportan a migrantes irregulares desde el país africano a Europa. Faye hizo esas declaraciones este martes en Mbour (oeste) después del naufragio del domingo pasado de un cayuco que partió de esa ciudad con casi un centenar de migrantes a bordo, y que causó la muerte de al menos 36 personas, informó la pasada noche la agencia pública de noticias senegalesa APS.
«Estoy aquí hoy (martes) con una inmensa tristeza», declaró el jefe el Estado a la prensa, al enviar sus condolencias a «toda la nación». Sobre las redes que organizan clandestinamente los viajes de los migrantes a Europa, Faye aseguró que «la persecución sin tregua continuará y se intensificará a partir de ahora».
«El Gobierno seguirá persiguiendo a estos vendedores de ilusiones», aseveró el mandatario. La precaria embarcación en la que viajaban cerca de cien personas -incluidos hombres, mujeres y niños- partió el domingo de las costas de Mbour hacia las 16:00 horas (misma hora GMT), explicó Thiernou Fara, jefe del equipo que supervisó las operaciones de búsqueda de posibles supervivientes en la noche del domingo al lunes. Minutos después de su salida, el cayuco sufrió un problema técnico que provocó su hundimiento tras apenas cuatro kilómetros de navegación.
Aunque las autoridades no precisaron el destino del cayuco, Senegal es un país de tránsito y origen para los migrantes que llegan de manera irregular a las islas españolas de Canarias (océano Atlántico). La nueva tragedia en las costas de Mbour ocurrió apenas dos días después de que la Marina de Senegal interceptara el viernes en esta misma ciudad y en la desembocadura del río Senegal, en Saint-Louis (norte), dos cayucos que transportaban a 276 migrantes.
Además, este martes la Gendarmería de Senegal detuvo a 37 personas que intentaban emigrar de manera irregular en la ciudad costera de Mboro (oeste). El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, viajó a finales de agosto a Senegal, así como a Mauritania y Gambia, países de los que parten muchos de los inmigrantes que llegan de manera irregular a España, para tratar este fenómeno.
En dichos países, el jefe del Ejecutivo español defendió la migración circular como respuesta contra los discursos de odio y la xenofobia, al tiempo que apostó por abrir vías de inversión para generar oportunidades. La ruta migratoria entre la costa africana y las islas españolas está considerada una de las más peligrosas del mundo, con una tasa de mortalidad en los últimos años de una víctima por cada veinte supervivientes, el doble que la del mar Mediterráneo.