Uno de los acusados de Aviñón por haber abusado sexualmente de Gisèle Pelicot cuando estaba bajo el efecto de las drogas que le daba su marido, reconoció este jueves haber cometido una violación, pero dijo que fue «involuntaria» porque su intención inicial no era esa, aunque se la encontró en estado inconsciente.
«Fue una violación involuntaria, la violación fue culpa mía», señaló Lionel R. en una explicación confusa ante el Tribunal de lo Criminal de Vaucluse (sureste de Francia), cuyo presidente, Roger Arata, lo puso en varias ocasiones frente a sus propias contradicciones. Este hombre de 44 años está acusado de haber violado el 2 de diciembre de 2018 a Gisèle Pelicot en su casa, adonde le había invitado el marido de ella, Dominique, con el que había estado en contacto, primero en la plataforma de contactos coco.fr y luego por teléfono.
Mientras que la mayor parte de las visitas organizadas por Dominique para violar a Gisèle tenía lugar por la noche, la de Lionel R. se desarrolló a mediodía. Según su versión, Dominique Pelicot le había contado que él y su mujer eran una pareja libertina que querían tener relaciones sexuales en trío y que una vez en el domicilio de éstos, hizo todo lo que le decía el marido, sin reflexionar, y sin pararse a pensar si realmente la mujer daba su consentimiento.
El marido le había advertido de que se encontraría a su mujer dormida. Arata le señaló que cuando entró en la habitación y comprobó que Gisèle Pelicot estaba dormida se mostró, pese a sus alegaciones de no saber hasta entonces que ella estaba inconsciente, muy activo como lo muestran los vídeos de la escena en los que se ve que tiene una erección. Y cuando el presidente del tribunal fue más allá y le preguntó si sigue manteniendo que fue una violación involuntaria, respondió: «no fue voluntario, en todo caso. Pero estoy de acuerdo con usted en algo. Me tendría que haber ido mucho antes. Tendría que haber reaccionado mucho antes».
Insistió en que hizo «lo que me decía que hiciera» Dominique Pelicot: la penetró, se apartó una primera vez cuando éste se lo pidió, la siguió penetrando después y cuando la víctima (que tiene 27 años más que él) se movió, se volvió a apartar para evitar que se despertara en su presencia, salió de la habitación y acabó marchándose de la casa.
Dominique Pelicot rechazó el relato de Arata y de otros de los 49 hombres también además de ellos dos que afirman que era él quien llevaba la batuta y que era muy directivo. Puntualizó que él sólo decía lo que no había que hacer, en particular no usar violencia y que no había que despertarla. Su abogada, Béatrice Zavarro, criticó la actitud de Lionel R. y de otros acusados en su interpretación y las calificaciones que dan al delito que cometieron: «una violación es una violación». «Está fuera de lugar -añadió Zavarro- utilizar los debates en esta sala de audiencias para dar otra definición de la violación distinta de la del Código Penal francés».
Lionel R., que se encuentra en libertad bajo control judicial, es uno de los 15 que se sientan en el banquillo que admiten haber violado a Gisèle Pelicot, mientras que hay otros 34 que no reconocen haber cometido ese delito de violación agravada, que les puede conducir a una pena de 20 años de cárcel. Para este último grupo está previsto que se proyecten los vídeos en los que aparecen manteniendo relaciones sexuales con la víctima y que guardaba Dominique Pelicot en un disco duro que le fue requisado cuando se descubrió todo, al ser detenido en septiembre de 2020 por grabar a unas mujeres bajo las faldas en un supermercado.
El objetivo de esas proyecciones, a las que ha dado su visto bueno Gisèle Pelicot, es confrontarlo con la principal prueba de la acusación y dilucidar si -como sostienen- podían no saber que la mujer no había dado su consentimiento, puesto que se encontraba bajo los efectos de los ansiolíticos que le daba su marido. En el caso de Lionel R., su abogado insistió en que no se trata de cuestionar el estatuto de víctima de Gisèle Pelicot, pero sí de darse cuente de que hubo «probablemente una mala interpretación» por parte de su cliente y de otros acusados de las propuestas que les hizo el marido, y que las cosas no ocurrieron «como lo habían imaginado».