La situación humanitaria en el sur de Siria ha alcanzado niveles críticos durante las últimas semanas, especialmente en la región de Sweida, donde la escalada de violencia ha dejado numerosas víctimas y ha provocado una grave interrupción en el acceso a servicios esenciales. Según los últimos informes recibidos desde la zona de conflicto, la población civil enfrenta condiciones extremadamente difíciles mientras las organizaciones humanitarias intentan acceder a las áreas más afectadas.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha expresado su profunda preocupación ante el rápido deterioro de las condiciones de vida en la región, que vive un estallido de violencia entre la mayoría drusa y milicias beduinas. Los equipos en el terreno reportan que la violencia ha bloqueado los corredores humanitarios fundamentales para la entrega de ayuda vital, dejando a miles de personas sin acceso a alimentos, agua potable, electricidad y atención médica básica.
«La situación humanitaria en Sweida es verdaderamente desesperante. Los suministros básicos están agotándose rápidamente mientras los centros médicos se encuentran desbordados por la cantidad de heridos», señalan fuentes humanitarias desde el terreno. Las instalaciones sanitarias no solo enfrentan una grave escasez de medicamentos y material médico, sino que los frecuentes cortes de energía complican la preservación digna de los fallecidos en morgues que ya han superado su capacidad.
La crisis ha generado un impacto devastador en la vida diaria de los habitantes de Sweida y zonas aledañas. Familias enteras pasan noches en vela dominadas por el miedo y ansiedad, esperando que cese la violencia para poder circular libremente y atender sus necesidades más básicas. Muchos no han podido comunicarse con sus seres queridos, lo que aumenta la angustia en una región ya profundamente afectada por años de conflicto.
Desde que comenzó esta nueva escalada de violencia en 2025, el CICR ha mantenido diálogos con todos los actores involucrados para facilitar la entrega de asistencia vital. Sus equipos permanecen listos para movilizar una respuesta inmediata a las necesidades más urgentes, incluyendo el suministro de insumos médicos, alimentos, agua potable y apoyo para garantizar entierros dignos a las víctimas del conflicto.
En la provincia vecina de Dara'a, el CICR logró entregar algunos suministros médicos de emergencia al hospital nacional y, en coordinación con la Media Luna Roja Árabe Siria, distribuir alimentos, colchones y material médico para personas desplazadas. Sin embargo, estas acciones resultan claramente insuficientes ante la magnitud de la crisis que afecta al sur del país árabe.
Llamamiento urgente
El CICR ha reiterado su llamamiento urgente a todas las partes involucradas en el conflicto para que prioricen la protección de la población civil y permitan el acceso humanitario seguro y sin restricciones tanto para el CICR como para la Media Luna Roja Árabe Siria. La organización humanitaria subraya la importancia de permitir a sus equipos evaluar directamente las necesidades sobre el terreno y entregar asistencia de manera imparcial a quienes más lo necesitan.
«Cada hora que pasa significa más sufrimiento para familias y pacientes que esperan asistencia vital. No pueden seguir esperando. Para ellos y para nosotros, cada minuto cuenta en esta carrera contra el tiempo», ha declarado Stephan Sakalian, jefe de la delegación del CICR en Siria, subrayando la urgencia de la situación.
El conflicto en Siria, que comenzó en 2011, ha entrado en su decimocuarto año en 2025, convirtiéndose en una de las crisis humanitarias más prolongadas y complejas del mundo contemporáneo. España, junto con otros países europeos, ha mantenido su compromiso con la ayuda humanitaria destinada a la población siria afectada por el conflicto, aportando más de 380 millones de euros desde el inicio de la crisis.
Los trabajadores humanitarios enfrentan numerosos obstáculos para hacer llegar la asistencia necesaria a las zonas más afectadas. Recordemos que la semana pasada, el ejército nacional sirio se retiró de estas zonas, dejando en manos de las milicias locales el control de la situación. Las organizaciones presentes en el terreno reportan que los controles militares y los enfrentamientos activos dificultan gravemente el tránsito de convoyes humanitarios, mientras que la inseguridad generalizada pone en riesgo tanto a los beneficiarios como al personal humanitario.
El colapso de los servicios básicos ha alcanzado niveles alarmantes. Los hospitales operan muy por encima de su capacidad, con personal médico que trabaja sin descanso y con recursos cada vez más limitados para atender a cientos de heridos. La escasez de medicamentos específicos para tratar lesiones de guerra agrava aún más la situación.
En las zonas urbanas de Sweida, el suministro de agua potable se ha reducido drásticamente, obligando a muchas familias a recurrir a fuentes no seguras, lo que aumenta el riesgo de brotes de enfermedades transmitidas por el agua. Asimismo, la falta de electricidad afecta a servicios esenciales como hospitales, panaderías y sistemas de bombeo de agua. Expertos en crisis humanitarias estiman que se necesitarían al menos 12.000 toneladas de ayuda humanitaria urgente para aliviar la situación actual en el sur de Siria. En este contexto, la protección de la población civil debe ser una prioridad absoluta para todos los actores, recordando las obligaciones que impone el Derecho Internacional Humanitario.