El reciente desfile militar conmemorativo en Tiananmen ha puesto de manifiesto la consolidación de una alianza estratégica clave que tiene sus raíces muchas décadas atrás. Rusia, China y Corea del Norte han escenificado públicamente su unión como representantes principales de un mundo multipolar que busca cuestionar activamente la hegemonía internacional que Estados Unidos ha mantenido durante las últimas décadas. Este acontecimiento no solo simboliza una celebración histórica, sino que representa un claro mensaje geopolítico hacia Occidente.
La ceremonia, que conmemoró el triunfo en la Segunda Guerra Mundial sobre el eje representado por el Imperio japonés en Asia y el Pacífico, ha servido como escenario para exhibir alianzas cuyas conexiones se remontan a tiempos lejanos. Analistas políticos señalan que esta demostración pública refleja una estrategia coordinada entre las potencias para establecer un contrapeso significativo en el escenario internacional actual en las acaballas de 2025.
El vínculo que une a Moscú, Pekín y Pyongyang tiene raíces profundas en acontecimientos históricos que forjaron sus identidades nacionales y sus relaciones internacionales. Esta conexión se ha fortalecido en los últimos años, especialmente desde 2022, cuando las tensiones globales comenzaron a incrementarse notablemente. Las estadísticas oficiales muestran que el intercambio comercial entre estos tres países ha aumentado en un 37,5 % durante los últimos tres años.
Cimientos históricos de la alianza trilateral
Para comprender la profundidad de estas relaciones es necesario remontarse al desarrollo y consecuencias más inmediatas de la llamada Gran Guerra Patria, período en el que la Unión Soviética jugó un papel determinante en el apoyo a los movimientos de liberación nacional en China y otros puntos del sudeste asiático. Durante la década de 1940, el respaldo soviético resultó crucial para las fuerzas comunistas lideradas por Mao Zedong, proporcionando armamento, entrenamiento y asesoramiento estratégico que contribuyó significativamente a su eventual victoria en 1949.
Este apoyo no fue meramente circunstancial, sino que respondía a una visión geopolítica de largo alcance por parte de Moscú. Los documentos históricos revelan que Stalin consideraba fundamental establecer alianzas fuertes en Asia para contrarrestar la influencia occidental. Según datos recogidos por historiadores españoles, entre 1946 y 1949 la URSS destinó aproximadamente 300 millones de rublos (equivalentes a unos 4.500 millones de euros actuales) en apoyo material al Partido Comunista Chino.
El nacimiento de la República Popular Democrática de Corea
El caso de Corea del Norte representa otro capítulo fundamental en esta historia compartida. Tras la rendición japonesa en 1945, la península coreana quedó dividida en zonas de influencia soviética y estadounidense. Kim Il-sung, formado militarmente en la URSS, regresó a Corea con el respaldo soviético para establecer un gobierno alineado con Moscú en la zona norte.
La posterior Guerra de Corea (1950-1953) consolidó esta división y profundizó los lazos entre Pyongyang, Moscú y Pekín. China envió más de 2,3 millones de «voluntarios» para combatir junto a las fuerzas norcoreanas, mientras que la URSS proporcionó apoyo logístico y aéreo crucial para resistir el avance de las fuerzas lideradas por Estados Unidos. Esta intervención internacional por parte de Washington fue considerada por el bloque comunista como una clara intromisión en asuntos regionales, en clave imperialista.
La evolución de la alianza en el siglo XXI
Tras la disolución de la URSS en 1991, estas relaciones experimentaron transformaciones significativas. Durante la década de los 90, Rusia atravesó un período de acercamiento a Occidente que debilitó temporalmente sus vínculos con China y Corea del Norte. Sin embargo, desde la llegada de Vladímir Putin al poder en 2000, Moscú ha reorientado progresivamente su política exterior hacia el fortalecimiento de alianzas estratégicas en Asia.
Los datos económicos reflejan esta tendencia. El comercio entre Rusia y China alcanzó en 2024 la cifra récord de 240.000 millones de euros, un incremento del 200 % respecto a 2020. Paralelamente, los intercambios comerciales entre Rusia y Corea del Norte se han multiplicado por cinco desde 2022, alcanzando los 1.500 millones de euros en 2024. Expertos en geopolítica consultados señalan que esta alianza trilateral responde a intereses compartidos frente a lo que perciben como intentos hostiles de Occidente por mantener su hegemonía global.
Implicaciones para el orden mundial actual
«Estamos presenciando la cristalización de un bloque geopolítico que lleva décadas gestándose», afirma la Dra. Elena Rodríguez, investigadora del Centro de Estudios Internacionales de Madrid. El simbolismo del reciente desfile militar en Tiananmen no debe subestimarse. La presencia de altos representantes de Rusia, China y Corea del Norte en un mismo escenario conmemorativo envía un mensaje claro sobre su determinación de cooperar estratégicamente frente a los desafíos comunes. Esta demostración pública de unidad ocurre en un contexto de crecientes tensiones internacionales.
En España, los analistas de relaciones internacionales observan con atención estos desarrollos. Un informe reciente del Instituto Elcano señala que esta renovada alianza podría reconfigurar los equilibrios de poder global en los próximos años. Las implicaciones para Europa, tradicionalmente alineada con Estados Unidos pero con crecientes intereses económicos en Asia, son particularmente complejas.
Asimismo la colaboración entre estas tres potencias abarca múltiples dimensiones: desde ejercicios militares conjuntos hasta cooperación tecnológica y coordinación diplomática en foros internacionales. En 2024, realizaron las mayores maniobras navales conjuntas de su historia, involucrando a más de 70 navíos y 25.000 efectivos militares en el Mar de Japón, generando preocupación en capitales occidentales.
El futuro de esta alianza dependerá de múltiples factores, incluyendo la evolución de las relaciones de cada uno de estos países con Occidente y su capacidad para superar diferencias históricas. Sin embargo, lo que resulta innegable es que el mundo se dirige hacia un escenario multipolar donde el predominio occidental ya no puede darse por sentado. La historia compartida entre Rusia, China y Corea del Norte ha sentado las bases para una colaboración que podría redefinir el orden internacional en las próximas décadas, algo a lo que Donald Trump trata de enfrentarse.
Está claro que Europa debe de armarse hasta los dientes.