Ya tuvimos la oportunidad de probar el Suzuki Swift 1.0 Turbo de 111 CV y el nuevo Swift Sport de 140. Ambos modelos ofrecen unas prestaciones notables, sobre todo el segundo, y teníamos ganas de probar esta versión más asequible de 1.2L y 90 CV de potencia, aparentemente con un motor algo justo, aunque ya veremos durante el artículo que no es así.
Estéticamente, el modelo que hoy nos ocupa pertenece a la quinta generación Swift, un vehículo que empezó con mucha fuerza en su primera generación, allá por el año 1995, y que después de algunos altibajos, la marca se ha vuelto a poner las pilas al 100 %, tanto en este modelo como en el resto de la gama.
La parte delantera se caracteriza por disponer de unos faros tirando a cuadrados, con una luz led de día de lo más interesante y con unos spoilers discretos que le confieren un ligero toque deportivo muy interesante.
De la parte posterior podemos destacar también unas luces con el predominio del rojo con un pequeño cuadro en blanco. De la unidad que hemos probado también hay que destacar el hecho de que sea bicolor, con la mayor parte de la carrocería en negro, exceptuando el techo y los retrovisores, que son de color gris.
En cuanto a la motorización de esta unidad, se trata de un propulsor de gasolina atmosférico de 1.242 cc y 90 CV, como hemos dicho antes.
Un motor con una gran finura de funcionamiento, lo cual mejora la comodidad de los ocupantes en ruta. Aunque se suba el motor de vueltas, la verdad es que el ruido no se resiente en absoluto.
La aceleración del vehículo es muy progresiva, sin tirones, y aunque no sea su mayor virtud, si lo bajamos de velocidad los adelantamientos se producen con bastante facilidad. La verdad es que se nota mucho la ausencia del turbocompresor con el que viene equipado el propulsor 1.0 de tres cilindros que tanto nos gustó en su momento.
La recuperación de vueltas también es bastante buena, aunque cuando se le deja caer mucho de vueltas no queda otra que cambiar de velocidad para volverse a recuperar.
Lo que más nos ha sorprendido agradablemente de este Swift de menos potencia ha sido sin duda el comportamiento en carretera, ya que la estabilidad de este modelo es más bien la de un vehículo de mayores dimensiones. En las curvas cerradas se mantiene muy firme, sin que se llegue a hacer incómodo para los ocupantes en ningún momento. Gran equilibrio en la amortiguación.
INTERIOR
El interior no tiene nada que ver con los Swift de hace tiempo o incluso con el de otros modelos de la marca. Monta un marcador analógico muy interesante, que recuerda un poco al que llevaba hasta ahora el Mercedes Clase A con un fondo gris. Los dos semicírculos se complementan con una pantalla bastante simple en esta versión GL en la parte central donde se da información del ordenador de a bordo para el conductor. La consola central está presidida por la pantalla táctil clásica de la marca, que es muy completa y práctica ya que es intuitiva y permite configurar elementos del vehículo.
De este modelo también cabe destacar el apartado de seguridad, ya que cuenta con todos los gadgets de los que disponen vehículos de superior categoría y entidad. Aunque en esta versión de entrada de gama le faltan algunas de las innovaciones tecnológicas que ha incorporado la marca japonesa a prácticamente toda la gama de productos que tiene actualmente en el mercado.
El maletero es algo justo, aunque los 265 litros dan mucho de si cuando los exprimes al máximo.