Joan Pou estaba desde muy joven entusiasmado por los coches clásicos y al final los Mini se han convertido en su pasión. Antes de tener carnet de conducir, a los 17 años, cogió carretera y se desplazó hasta Felanitx para formalizar la compra de un Escarabajo y el mismo vendedor tenía un Mini, aunque vistos los pros y contras, tanto él como su padre, decidieron que no valía la pena comprarlo.
Pero Joan no cejó en la búsqueda de su capricho y así encontró uno en Alcúdia del año 74 que terminó por comprar para restaurarlo, ya que estaba en malas condiciones y exigía mucho trabajo, más de lo esperado inicialmente, pues desde su compra ha ido trabajando a ratos perdidos y fuera de su horario laboral, pero la restauración se está haciendo interminable.
Mientras, Joan quería poder conducir uno de esos pequeños coches británicos que tan de moda se pusieron en los años setenta y ochenta, así que siguió la búsqueda para encontrar otro que estuviera en mejores condiciones y que con poco trabajo pudiera utilizar lo más pronto posible. La búsqueda dio sus frutos hace año y medio, cuando a través de un conocido encontró un Mini Cooper 1300 de 1993 que estaba en muy buenas condiciones.
Sólo había que hacerle algunas pequeñas mejoras y un repaso en general para dejarlo impecable y poder utilizarlo a diario, que era no que nuestro protagonista deseaba. Ahora ya tiene su pequeño coche con el que disfrutar y poder seguir con el arduo trabajo de restaurar el Mini 900 del 74 que compró en Alcúdia y que aún necesita muchas horas de dedicación.
Joan habla maravillas del pequeño utilitario y se ve a simple vista que le encanta; lo conduce con mucha frecuencia y que le entusiasma, a pesar de que dispone de otros modelos, pues su padre es otro gran enamorado de la restauración de vehículos antiguos. Padre e hijo forman una gran pareja y disfrutan de devolver la vida a modelos que son poco conocidos en la Isla o de los que quedan muy pocos.
Joan es un joven que desde muy corta edad se enganchó al mundo de la mecánica, inspirado por un tío suyo que tiene un taller mecánico y que desde niño le dejaba jugar con las herramientas. Cuando ya fue mayor lo tuvo claro y en lugar de estudiar una carrera decidió hacer un módulo de Formación Profesional relacionado con la mecánica y no dudó en salir de la Isla y marcharse a Alemania para perfeccionarse y luego volver a Porreres para trabajar de mecánico.