La pandemia afectó durante dos años la actividad de las costureras y bordadoras de vestas para cofrades de Semana Santa, provocando un parón obligado en esta especialidad. La decisión reciente de permitir las procesiones ha propiciado que los integrantes de las cofradías se animaran y hayan ido realizado sus encargos.
Victoria Sánchez, propietaria de La Filadora, emblemático comercio palmesano especializado en este tipo de confección, explica que «a pesar de que la decisión de procesionar haya sido tardía, hemos tenido encargos de confección de vestas; venta de telas de diferentes texturas y de accesorios, como portacirios de cuero realizados a mano, confiteras, rejillas de capirote y guantes. Donde más se ha notado la demanda ha sido en la ropa de monaguillos, pues muchos en dos años han crecido».
Confección
«Los precios de una vesta no han experimentado una gran subida respecto a los años anteriores, a pesar de que sí lo han hecho las telas, los tintes, el algodón, el hilo, el transporte y la luz. Dependiendo del tejido (terciopelo de algodón, raso, sarga etc.), una vesta compuesta de túnica, capa y antifaz puede alcanzar un precio entre los 495 y 800 euros. El escudo bordado o el cíngulo se cotizan aparte, sobre todo este último, puesto que hay que tomar la medida de la cintura y está realizado con suma pulcritud. En cuanto a la túnica y roquete de los monaguillos, cuesta 220 euros. Otros precios son los de los guantes blancos (3,60 euros); confitera con varios bolsillos (10,95 euros); rejilla de capirote (19,90 euros) y portacirios de cuero artesano (25,90 euros)», indica Victoria Sánchez.
Oana Roxana Liuta y su marido Onut Alin Tudorache, naturales de Rumania, trabajan en su taller Palma Costura y Bordado, junto a la plaza de toros de Palma, desde 2011. Está dedicado a la confección de uniformes, vestas y bordados en general, y en esta época tienen muchos encargos de cofradías y costaleros. Oana comenta que «este año esta especialidad de bordados se ha visto ralentizada debido a que se decidió recientemente que hubiera procesiones, aunque no nos ha faltado trabajo debido a que siempre hay gente nueva en las cofradías, como en las de Jesús del Buen Perdón y de la Santa Caridad». Onut Alin señala que «gracias a la evolución de la tecnología, el bordado que hacemos es a máquina, para lo cual transformamos su diseño en un archivo que puede ser leído por la máquina de bordar para su posterior ejecución en tela. Estamos en plena evolución y muy satisfechos».