Honda es una de esas marcas que, sin hacer ruido, ha sabido construir una imagen basada en la fiabilidad, la ingeniería inteligente y una fidelidad absoluta a sus principios. Mientras otras marcas se embarcan en transformaciones radicales, Honda ha optado por una evolución pausada pero segura, apostando por la electrificación progresiva, el refinamiento técnico y el respeto por una identidad propia. En los últimos años, el fabricante japonés ha intensificado su apuesta por la tecnología híbrida sin enchufe, como solución intermedia antes del salto al coche 100% eléctrico. La estrategia se resume en una gama muy bien medida, con modelos como el Jazz, el Civic o este HR-V, que hoy protagoniza nuestra prueba.
La última generación del HR-V se lanzó a finales de 2021, pero sigue estando plenamente vigente gracias a una propuesta muy bien definida. Esta tercera entrega del SUV compacto de Honda abandonó por completo las motorizaciones térmicas tradicionales para abrazar exclusivamente la tecnología híbrida i-MMD (Intelligent Multi-Mode Drive), una configuración que ya se ha consolidado como marca de la casa. Desde entonces, el HR-V ha mantenido su posición como un modelo alternativo, distinto, con una estética depurada, una ingeniería eficiente y un planteamiento muy racional. No busca liderar rankings de ventas, sino conquistar a quien busca algo diferente.
Estéticamente, el nuevo HR-V supuso un salto considerable respecto a su predecesor. Su diseño exterior es mucho más moderno y minimalista, con una parrilla integrada en el frontal, ópticas LED estilizadas y una línea de cintura recta que aporta elegancia. El conjunto transmite solidez y proporción, con una silueta más coupé que crossover tradicional.
La caída del techo es suave pero definida, y los tiradores traseros ocultos en el pilar C refuerzan la limpieza del diseño. La parte trasera, dominada por un grupo óptico horizontal y superficies limpias, completa un estilo que no busca llamar la atención, pero que resulta atractivo por su coherencia. El HR-V mide 4,34 metros de largo, 1,79 de ancho y 1,58 de alto, lo que lo sitúa en el corazón del segmento B-SUV con un cierto aire de C por su empaque general.
El sistema i-MMD es uno de los aspectos más particulares del HR-V. Bajo el capó encontramos un motor de gasolina de 1.5 litros de ciclo Atkinson, atmosférico, asociado a dos motores eléctricos: uno que actúa como generador y otro que impulsa el vehículo. En total, el sistema entrega 131 CV y 253 Nm de par, y funciona la mayor parte del tiempo como un eléctrico en serie: el motor térmico genera electricidad y es el motor eléctrico principal quien mueve las ruedas. Solo en ciertas circunstancias, como en autopista, se acopla directamente el motor térmico a través de un embrague.
Este esquema, poco común en el mercado, logra un rendimiento sorprendentemente eficiente, con consumos reales que rondan los 5,5 l/100 km en uso mixto según la marca y un funcionamiento muy suave. Nosotros hemos conseguido también una cifra de lo más interesante con 5,8 litros a los 100 Km. Se pone de 0 a 100 km/h en 10,7 segundos, y la velocidad máxima es de 170 km/h. No es un coche pensado para correr, pero sí para moverse con agilidad, suavidad y mucho silencio.
La experiencia de conducción del HR-V está claramente orientada al confort. Es un coche que se conduce de forma relajada, con una respuesta lineal y un comportamiento predecible. La dirección es suave y precisa, el sistema de frenado regenerativo permite ajustar la retención y la suspensión está pensada para filtrar bien las irregularidades del asfalto.
En ciudad se mueve con agilidad, gracias a su tamaño contenido y al empuje instantáneo del motor eléctrico, y en carretera ofrece una marcha serena y eficiente. La gestión de la energía es inteligente, aunque puede resultar algo extraña al principio si se viene de un híbrido convencional: el motor térmico funciona cuando lo necesita, sin seguir siempre el patrón clásico de revoluciones.
El interior del HR-V es probablemente su aspecto más discutido, aunque también uno de los más sólidos. Honda ha optado por un diseño funcional y muy bien resuelto, pero que se percibe algo conservador en comparación con las propuestas más atrevidas del mercado. A cambio, los materiales son de gran calidad, con pocos plásticos duros y una construcción muy cuidada. El salpicadero tiene formas simples pero elegantes, con una disposición lógica de los mandos y una notable ergonomía. La pantalla táctil central de 9 pulgadas (con Apple CarPlay y Android Auto inalámbricos) funciona bien, aunque no es la más moderna en gráficos ni en rapidez. El cuadro de instrumentos combina una pantalla digital con indicadores analógicos claros y sencillos. En conjunto, el habitáculo transmite más solidez que modernidad, pero está muy bien ejecutado.
En cuanto al espacio, el HR-V sorprende por su amplitud. Las plazas delanteras ofrecen una posición elevada y cómoda, con buena visibilidad y mandos al alcance. En las plazas traseras, tres adultos pueden viajar cómodamente gracias a una notable distancia entre ejes y a un suelo plano que libera espacio para los pies. Además, el coche mantiene el sistema Magic Seats, una genialidad de Honda que permite plegar la banqueta hacia arriba para cargar objetos altos, o abatir completamente los respaldos para una superficie de carga totalmente plana. Este detalle lo convierte en uno de los SUV más prácticos del segmento.
El maletero tiene una capacidad de 335 litros, algo justa si se compara con la competencia, pero bien aprovechada. La forma es regular, el acceso es amplio y cuenta con doble fondo. Abatiendo los asientos traseros, el volumen aumenta hasta más de 1.300 litros, lo que permite cargar objetos voluminosos con facilidad. Es cierto que hay rivales que ofrecen más litros, pero pocos son tan versátiles y modulables como el HR-V.
El equipamiento de serie es generoso desde la versión básica, con climatizador automático, sensores de aparcamiento, cámara trasera, acceso y arranque sin llave, faros LED, control de crucero adaptativo y un completo paquete de ayudas a la conducción Honda Sensing, que incluye asistente de mantenimiento de carril, alerta de ángulo muerto y frenada automática de emergencia.
En resumen, el Honda HR-V 1.5 i-MMD HEV es un SUV híbrido no enchufable que destaca por su planteamiento sólido, eficiente y coherente. No es el más moderno por dentro, ni el más potente, ni el más llamativo. Pero ofrece una calidad notable, una habitabilidad muy buena, un sistema híbrido original y eficaz, y un nivel de confort que lo convierte en una excelente opción para quienes priorizan el uso racional del vehículo, el consumo ajustado y una fiabilidad mecánica contrastada. Es un coche que transmite confianza, que se conduce con suavidad y que se adapta perfectamente a un uso diario sin complicaciones.
Podéis encontrar y probar este fiable vehículo en el nuevo concesionario Honda Proa Motor Balear, situado en Carrer Son Fuster Nou-E, 5 de Palma.