Los polacos vivieron ayer una jornada de reflexión tras una campaña electoral, que deja como principal incógnita si el candidato liberal Bronislaw Komorowski, favorito según todos los sondeos, podrá proclamarse presidente hoy o si tendrá que esperar hasta la segunda vuelta de julio. La singularidad de las elecciones presidenciales de hoy domingo radica en que su convocatoria ha sido anticipada por la muerte del jefe del Estado Lech Kaczynski, y su hermano gemelo, Jaroslaw, se presenta como candidato a sucederle en el cargo y principal rival de Komorowski.
Lech Kaczynski perdió la vida el pasado 10 de abril en un accidente aéreo en Smolensk (Rusia), en el que también fallecieron las 95 personas que formaban su séquito, incluida su esposa María.
Según los sondeos, estos comicios no acaban de movilizar a los más de 30 millones de polacos llamados a votar, y hoy se espera una elevada abstención, en torno al cincuenta por ciento. Los sociólogos opinan que la participación real puede ser aún más baja, ya que las inundaciones de las últimas semanas, la cercanía del verano y el pesimismo que siguió al accidente de Smolensk son factores que han sumido a los ciudadanos en un estado de desolación y un desinterés hacia los comicios. Esto confirmaría una tendencia que comenzó tras las elecciones de 1993, con índices de participación cada vez más bajos.
"Aquí en el campo nadie va ir a votar porque tenemos un auténtico cataclismo", afirma un vecino de una de las comarcas afectadas por las últimas riadas.