El nuevo presidente de la CEOE, Juan Rosell, ha dejado fuera de las vicepresidencias de la patronal al que fuera su contrincante electoral y líder de los empresarios andaluces, Santiago Herrero, a pesar del guiño en sentido contrario que le hizo tras su victoria.
Finalmente, tanto Herrero como su aliado electoral, Jesús Banegas, serán vocales del comité ejecutivo de la patronal, según acordó la junta directiva celebrada hoy.
Asimismo, fue elegido como vicepresidente nato el presidente de CEPYME, Jesús María Terciado, circunstancia obligada debido a que así figura en los estatutos de la CEOE.
Además, tal y como se preveía, otra de las vicepresidencias fue para el dirigente de la patronal madrileña CEIM, Arturo Fernández, quien dio su apoyo expreso a Rosell durante la campaña electoral.
Otras tres vicepresidencias fueron para representantes de organizaciones que también manifestaron su adhesión a Rosell, como Rafael Ferrando, de la patronal valenciana CIERVAL; Javier Ferrer, de la del metal CONFEMETAL, y Joan Gaspart, de la patronal catalana Fomento del Trabajo Nacional.
Las cuatro vicepresidencias restantes serán ocupadas por Pilar González de Frutos, de la patronal aseguradora UNESPA; Juan Lazcano, de la patronal constructora CNC; Jesús Morte, de la aragonesa CREA, y Jesús Serafín Pérez Díaz, de la industria de alimentación y bebidas (FIAB), que no se pronunciaron sobre ninguna de las dos candidaturas a la presidencia de la CEOE.
La junta de ayer es la segunda que celebra la CEOE desde que Rosell accediera al cargo, ya que el mismo día de las elecciones y al término de la votación se celebró otra, muy breve, en la que se decidió reducir de 21 a 9 el número de vicepresidentes, así como que el Comité Ejecutivo no pueda superar los 46 miembros actuales.
El nuevo presidente de la CEOE defiende una modernización de la patronal con la desvinculación de la organización empresarial de los partidos políticos para dotarla de más independencia.
Uno de los primeros escollos que tendrá que salvar la patronal CEOE en su nueva etapa es el de la reforma de la negociación colectiva, que tendrá que pactar con los sindicatos antes del 20 de marzo, fecha tope en la que el Gobierno ya ha advertido de que si no hay acuerdo legislará unilateralmente.
Durante la campaña electoral, Rosell admitió el fracaso momentáneo del diálogo social y abogó por que sindicatos y patronal volvieran rápido a entablar negociaciones, también en el marco de la reforma laboral para lograr un mercado de trabajo más eficaz y no con un despido libre pero tampoco con una indemnización de 45 días, que le parece exagerada.