Miles de opositores de distinto signo demandaron ayer la dimisión del presidente de Rusia, Vladímir Putin, en un masivo mitin en Moscú, después de marchar por las calles de la capital rusa en medio de un imponente despliegue policial.
Nacionalistas, liberales, socialdemócratas, comunistas, radicales de izquierdas, anarquistas, defensores de los derechos de las minorías sexuales se congregaron junto la plaza Pushkin y desde allí, pasadas las 14.00 hora local (10.00 GMT), iniciaron su marcha hacia la avenida Sájarov, donde se celebró el mitin.
La "Marcha de Millones", como denominan sus acciones este año los opositores, avanzó por Bulvárnoye Koltsó (Anillo de los Bulevares) hasta la Sájarov, cerca de 2,5 kilómetros hasta el lugar donde se erigió el escenario desde donde los oradores se dirigían a los manifestantes.
Según la policía, unas 11.000 personas participaron en la marcha, aunque sus organizadores aseguraron que cuando comenzó ésta en la plaza Pushkin ya había 20.000 manifestantes.
"¡Libertad para los presos políticos!", "¡No al Estado policial!", "¡Rusia sin Putin!", "¡Gloria a Rusia!" "Libertad para las Pussy Riot", eran algunas de las consignas que coreaban los participantes durante la marcha.
El escenario donde se hallaba la tribuna estaba decorado con varios lemas: "Rusia será libre", "Libertad para los presos políticos", "Contra la represión".
El ex viceprimer ministro Borís Nemtsov, uno de los oradores y organizadores de la "Marcha de Millones", llamó a acabar con la "monarquía expoliadora de Putin". "Si no exigimos la renuncia de Putin, si no exigimos nuevas elecciones presidenciales, no podremos cambiar nada en el país", recalcó el dirigente opositor.
Nemtsov destacó que, "aunque nadie lo creía posible", representantes de la izquierda, los liberales y los nacionalistas llegaron a un acuerdo sobre un paquete de demandas tanto políticas como económicas y sociales.
La resolución aprobada en el mitin incluye varias demandas, además de la renuncia de Putin, como la puesta en libertad de todos los presos políticos, la celebración de nuevos comicios presidenciales y parlamentarios y la creación de un mecanismo que garantice su transparencia. Entre las exigencias económicas y sociales figuran la de congelar las tarifas de los servicios básicos y el incremento de la financiación de la educación y la sanidad. "A los que conforman esa mayoría todavía silenciosa, todavía timorata, y que, aprovisionados de palomitas de maíz, observan desde la barrera los acontecimientos, quiero decirles que no tengan miedo. No hay nada que temer: ser persona no es difícil; ser nadie es mucho peor", dijo el escritor Dmitri Bykov, otro de los oradores.