Ariel Castro, el hombre que violó, maltrató y secuestró durante una década a tres mujeres en Cleveland (Ohio, EEUU), fue sentenciado ayer a pasar el resto de su vida en prisión y una de sus víctimas, Michelle Knight, le advirtió de que su propio "infierno" acaba de comenzar.
Castro, de 53 años y origen puertorriqueño, recibió una condena a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional por el cargo más grave al que se enfrentaba, el de homicidio agravado, por supuestamente golpear a una de las mujeres durante el cautiverio hasta causarle un aborto.
Por el resto de los casi 1.000 cargos, entre ellos cientos por violación, Castro recibió varias condenas consecutivas que suman otros 1.000 años más en prisión.
La sentencia responde al acuerdo de culpabilidad que su defensa acordó la semana pasada con la fiscalía para que Castro se librará de la pena de muerte.
"Usted separó a tres mujeres de sus familias y sus comunidades, las hizo esclavas y las trató como si no fueran personas", dijo el juez Michael J. Russo a Castro al anunciar la sentencia y considerarla "proporcional" al "daño" realizado por el exconductor de un autobús escolar.
Las tres mujeres, Knight, Amanda Berry y Gina DeJesús, fueron secuestradas por Castro en los años 2002, 2003 y 2004, y recuperaron la libertad en mayo pasado.
Knight habló entre sollozos en la audiencia de hoy y declaró que Castro le "robó" 11 años de su vida, que le puede perdonar, pero "nunca" olvidará, y que merece pasar el resto de su vida en prisión.
"Lloré cada noche, los años se volvieron una eternidad", rememoró Knight al recordar que cuando fue secuestrada en 2002 tenía un hijo de apenas dos años que se quedó "muy solo".
También habló una familiar de DeJesús, que dijo de ella que es "una superviviente" y en español, dirigiéndose a Castro directamente, señaló: "Que Dios se apiade de tu alma".
Por su parte, antes de conocer la sentencia Castro pidió perdón a las jóvenes y a su familia, y sostuvo que él también es una víctima al hablar de los abusos sexuales que dice haber sufrido cuando era joven y de su adicción a la pornografía. "No soy un monstruo, estoy enfermo", dijo.
Además, relató que en la casa en la que mantuvo secuestradas a las tres mujeres había "armonía" y que las acusaciones de abusos sexuales son "falsas", puesto que, según él, "muchas veces" ellas le pidieron tener sexo.