El sumario de la operación Tándem y las conversaciones que contiene, grabadas por José Villarejo, permite esbozar el perfil con el que el excomisario se presentaba a sus clientes: un profesional solvente, con contactos y medios, «incondicional» de sus amigos y «un poquito hijo de perra con los enemigos».
Un hombre obsesionado por las medidas de seguridad y que lleva cinco teléfonos, al menos uno de ellos a nombre de «un filipino» para que nadie lo relacione con él.
El expolicía, en prisión desde noviembre de 2017, almacenaba decenas de terabytes de información que la Unidad de Asuntos Internos de la Policía ha ido analizando e incorporando al sumario que se instruye en la Audiencia Nacional, al que ha tenido acceso Efe.
Una de las piezas, denominada Iron, se centra en el encargo realizado a Villarejo en 2013 por cuatro socios y directores de un despacho de abogados de investigar a antiguos asociados y empleados suyos que se habían convertido en competencia a cambio de 625.000 euros.
El juez Diego de Egea ha archivado la pieza para los cuatro socios de ese bufete, aunque sigue investigando a Villarejo, a su mujer, Gemma Isabel Alcalá, y a su socio Rafael Redondo por cohecho y descubrimiento y revelación de secretos.
La Unidad de Asuntos Internos de la Policía aportó a la causa una serie de informes con las transcripciones de las conversaciones que en varias fechas de 2013 grabó el propio Villarejo y que localizaron en un lápiz USB durante los registros.
Villarejo, que se identifica como comisario de Policía, informa en las reuniones a sus clientes de los pasos que habían dado y los que iban a dar para investigar a los antiguos socios, con métodos, en ocasiones, que él mismo reconoce que son ilegales.
Y también les da pistas sobre cómo actuar ante un posible espionaje de sus antiguos socios.
A una de sus interlocutoras, María Ángeles M., entonces directora del bufete, la tranquiliza sobre el uso de su teléfono móvil porque no cree que se lo vayan a rastrear y, en todo caso, asegura que nunca identificarían que está hablando con él.
¿Por qué? Porque el teléfono con el que habla con ella «es de un chino».
- Villarejo: Ya ves, está a nombre de un filipino, de un novio filipino que te has echado, que os estáis viendo con lo cual... ¿entiendes?
- Mª Ángeles: ¿Y el contenido de la llamada?
- Villarejo: Nada, eso no, no.
- Mª Ángeles: Cojo mi teléfono y hablo.
- Villarejo: Que no, que no, eso no. Ya te he dicho que eso cada vez se hace menos, cada vez más arriesgado. 5 años de cárcel si te pillan, un equipo de esos vale de un millón de euros, a ver muy pocas...
La cuestión es que ese móvil a nombre de «un filipino» es uno de los cinco teléfonos que Villarejo confiesa llevar «encima» cada día:
- Mª Ángeles: Eso sí que debe ser una cruz.
- Villarejo: No te lo puedes ni imaginar... ehhh me piden cosas oficiales, del Ministerio, no quiero decir.
La conversación con la clienta deriva hacia la imagen que tienen de él, la de un hombre «peligroso», pero muy bueno, «el mejor», y la fuente, según comentan, es un juez cuya identidad no revelan al entonces comisario:
- Villarejo: Dice Paco que le han dicho que soy muy peligroso.
- Mª Ángeles: Muy peligroso me han dicho. Digo: es lo que me gusta a mí, el más peligroso de todos.
- Villarejo: Jejeje
- Mª Ángeles: Yo quiero a uno que le partan las piernas...
- Villarejo: Que por cierto me dijo... te lo voy a decir, y todavía no me ha dicho quién se lo dijo. Un juez no sé qué... ya te contaré...pero ¿qué juez es? Ni puta idea.
- Mª Ángeles: Que es muy bueno, que es muy bueno, que es el mejor, que todo lo que tiene de bueno lo tiene de peligroso. Digo eso...eso.
- Villarejo: Ya le dije mira... Yo soy incondicional con los amigos, yo soy de la vieja escuela, yo creo en el concepto de clan y de lealtad; a lo mejor soy un poquito hijo de perra con los enemigos... no te digo que no pero...
- Mª Ángeles: Esto es así...
- Villarejo: Así es la vida... ahora.
- Mª Ángeles: Si te portas bien, bien... si te portas mal, tú verás...
- Villarejo: Leña al mono... en este tipo de trabajos... y en el vuestro también un poco no se puede ser timorato. No se puede....
La conversación continúa y Villarejo hace alarde de su condición de comisario. «Yo soy comisario de Policía, pero hombre, me siguen llamando pero los cabrones de los gobiernos pagan poco, me piden ayuda... a cambio de eso yo cuando necesito un dato delicado me lo dan ...».
Villarejo deja muy claro que hay cosas que hacen que son ilegales, como la obtención de datos de Hacienda o los tráficos de llamadas.
«La provisión de fondos es fundamental, porque ¿qué te crees, que el de Hacienda nos lo da gratis? Los rastreos que estamos haciendo de tráfico de llamadas y las cosas delicadas tío...la gente se la juega y a cambio hay que untarlos», comenta a María Ángeles.
La Fiscalía ha recurrido el archivo de la causa para los cuatro socios y directivos del bufete, toda vez que el juez lo justificó en que no sabían que se estaban cometiendo actividades delictivas y tampoco que Villarejo era policía.