El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha corregido este viernes la felicitación que había hecho en Twitter al primer ministro etíope Abiy Ahmed, por el premio Nobel de la Paz, porque en su mensaje original había una falta de ortografía.
En su primera versión, la cuenta oficial de Twitter de Sánchez elogiaba la «sabia nueva» de la política de Abiy, en lugar de hablar de «savia nueva», y a los pocos minutos el tuit ha sido sustituido por una versión correcta.
En su mensaje, Sánchez ha señalado que el premio Nobel de la Paz reconoce la labor de Abiy «para alcanzar la paz y poner fin al conflicto fronterizo con Eritrea». «Su impulso a la democracia etíope y su apuesta por la igualdad de género son savia nueva para la política africana», añade, y termina con una felicitación coloquial en inglés: «Congrats!».
Este precisamente es el menor de los errores de este individuo. Pero dicho esto, un Presidente de Gobierno no debería tener esta falta de ortografía tan obvia, y si acaso, sus mensajes deberían ser revisados por alguien para evitarlo. La trascendencia de un error de un Presidente puede ser impredecible por su trascendencia y no debe tomarse a la ligera. Igual que su seguridad.