Ochenta y cinco años cumplía este sábado Antoni Torrens, la persona que hizo posible que los mallorquines que se encontraban estudiando o trabajando en Barcelona y no podían viajar a Mallorca para vivir la fiesta de Sant Antoni, pudieran hacerlo en la capital catalana. Y el distrito barcelonés de Gràcia abrazó la propuesta de acoger la celebración, que hoy han adoptado ya como su fiesta mayor de invierno. Así que, ayer, Torrens festejaba su cumpleaños y también el 30 aniversario de los Foguerons de Sant Antoni en Gràcia, foguerons que volvieron a encenderse, tras un año de pausa por la pandemia de la COVID-19, y como única oportunidad este año para disfrutar del ball de bot, las gloses y la música popular mallorquina alrededor del fuego, algo que en Mallorca este año no se ha podido celebrar, al menos en público, aunque muchos sí lo hayan hecho en la intimidad. En Gràcia, la fiesta abarrotó las calles.
«Nos sabe mal. Nosotros queríamos salir, pero no pudimos», explica Antoni Duro, sonador de los Dimonis de Manacor que, como miembro del grupo musical Es Gall de sa Pastera, en el que toca el laúd, sí que ha participado en la fiesta en Gràcia, con su actuación, a media noche, en la plaza de la Virreina. Es Gall de sa Pastera lo componen siete personas, «de Mallorca somos cuatro, dos menorquines y una chica italiana que toca el violín», detalla Jordi Cardona, miembro también de esta formación nacida hace seis años en el seno de la asociación Crits i Renou, en el Espai Mallorca de Barcelona. «Somos asiduos a la fiesta de Sant Antoni en Gràcia, como público, bailando, haciendo música o lo que sea», expresaba Cardona.
Doce Dimonis d'Albopàs llegaron de Mallorca para participar en el Sant Antoni de Barcelona. «No ha podido ser en Mallorca, pero aquí, en Gràcia, para nosotros la fiesta será como cada año», decía el cap de colla de la agrupación de sa Pobla, Manolo Sánchez. Los dimonis hicieron ayer su recorrido habitual desde la plaza de la Vila de Gràcia, hasta la plaza de la Virreina, donde ya de noche se encendió un gran fogueró, no para torrar botifarrons y sobrassada, aunque los hubo pero para consumir cada uno en su casa, debido a las medidas de seguridad sanitaria. La hoguera de la Virreina animó la fiesta, iluminó y caldeó el ambiente de la noche después de un día casi primaveral en Barcelona. A mediodía, xeremiers y glosadors de Mallorca recorrieron los mercados de l'Abaceria de Gràcia y el de la Llibertat, tocando, cantando, improvisando glosas y motivando el baile espontáneo de acompañantes y público. En el Mercat de la Llibertat esperaban su llegada Francesca y Miquel, con su hijo Joan de dos años. Ella es de Manacor y él, de Campanet, y cada año solían desplazarse a Mallorca para celebrar primero la fiesta de Sant Antoni, el día 17, y luego, de vuelta a Barcelona, hacerlo otra vez en Gràcia, «así nos dura un poco más», decía Francesca. «Sant Antoni es el santo de la payesía y los animales y su fiesta nos encanta, porque en ella podemos disfrutar de la cultura popular y toda su enseñanza sobre lo que tenemos», apuntaba Miquel.
«En la fiesta no son tan importantes los actos oficiales, sobre todo lo es toda la gente con la que te encuentras, es como un sentimiento de pertenecer a un lugar y a un tiempo», añadía Francesca. Algo que, a pesar de la pandemia, no se quiere perder. «Las redes sociales nos ayudan. Hemos improvisado gloses para los ‘Tonis', para pasar por Whatsapp. Cosas que no habíamos hecho, ahora las hemos expresado así. El Sant Antoni que llevamos dentro nos aúna en la comunidad santantoniera, y porque ese dimoni que llevamos todos dentro también quiere salir un poco», señalaba Miquel.
A medida que la noche se acercaba, cientos de personas empezaron a concentrarse en las cuatro calles, Berga, Fraternitat de Dalt, Fraternitat de Baix y Llibertat, y en la plaza de la Virreina, donde los foguerons se acabaron encendiendo haciéndose plenamente protagonistas. Antes, los Dimonis d'Albopàs, de sa Pobla, pasearon el fuego por unas cuantas calles. Y con la hoguera a pleno arder, la música y los diferentes grupos y bailadores espontáneos de ball de bot empezaron a marcar su paso y sus brincos. Maria de Lluc Barceló Vanrell, campanera de 20 años, estudiante de Economía en la UAB, se estrenaba ayer en público con el ball de bot. Hace unos meses que forma parte del grupo Sa Sargantana, con el que cada viernes se encuentra para instruirse en la danza popular mallorquina.
«Para quienes aprenden ball de bot en Barcelona, las fiestas de Sant Antoni en Gràcia son el gran momento del año, para ver a mucha más gente bailar y hacerlo ellos, y sentir aún más la sensación de comunidad», expone el presidente y profesor de Sa Sargantana, Cristòfol Llompart. Había muchas ganas de reencontrarse con el baile en la calle y junto a los foguerons. Ganas de volver a expresar ese sentimiento de amor a lo más propio, la cultura popular, en palabras de Antoni Torrens, «la savia del pueblo».