La campaña para las elecciones andaluzas del 19 de junio llega a su último día con la sensación de que no ha servido para que se produzcan muchas variaciones con respecto a lo que vienen vaticinando todas las encuestas: una clara victoria del PP, que se podría quedar cerca de la mayoría absoluta, pero que necesitaría de Vox en la investidura. Por eso, los pactos postelectorales, y la posibilidad de que Vox entre en el Gobierno andaluz como ocurrió en Castilla y León, han sido el verdadero caballo de batalla de esta campaña, muy por encima de las propuestas de los partidos. Vox ha marcado en cierta forma el rumbo de la última semana de campaña después de que su candidata, Macarena Olona, asegurara en el debate televisivo del lunes que no facilitaría la investidura del popular Juanma Moreno, ni siquiera con la abstención, si no entra en el gobierno andaluz.
El PSOE se niega rotundamente a propiciar la elección de Juanma Moreno, como en los últimos días le está pidiendo el PP, mientras a su izquierda, la candidata de Por Andalucía, Inma Nieto, abrió antes de la campaña una rendija a la «reflexión» sobre una posible abstención para evitar que Vox entre en el gobierno, que ahora parece que ya está cerrada. Ciudadanos está intentando que el previsto batacazo no sea definitivo y conseguir algún diputado que pueda ser decisivo, el PSOE apela a la movilización del voto progresista y a recuperar a los 400.000 votantes que perdieron en 2018 y los dos partidos más a la izquierda -Por Andalucía y Adelante Andalucía- miden sus fuerzas tras la escisión.
El candidato del PP, Juanma Moreno, se mantiene como claro favorito en todas las encuestas, que han mejorado incluso sus expectativas, ya que las últimas le han situado a pocos escaños de la mayoría absoluta, que en el Parlamento andaluz son 55. Moreno, que al principio de la campaña se marcó como objetivo acercarse a los 50 escaños, ha subido un peldaño sus aspiraciones y defiende que mientras más cerca estén de la mayoría absoluta más «fuerte» será su gobierno. El dirigente popular ha evitado en todo momento hablar de pactos, no ha querido vincularse con Vox y huye de hacer sumas parlamentarias con el argumento de que él sale a ganar por la mayor distancia posible. Para Moreno, sus mayores enemigos no están en las otras candidaturas, sino en la desmovilización por un exceso de confianza y en el calor, que podría empujar a muchos andaluces de zonas de interior a viajar este fin de semana a las playas. En el PP consideran que los dos debates televisivos han jugado en contra Vox y han reforzado la imagen presidencial de Moreno, que evitó entrar el cuerpo a cuerpo, y que se dirige continuamente a antiguos votantes del PSOE y del PP apelando al voto útil.
Macarena Olona ha protagonizado una campaña atípica, centrada casi exclusivamente en los mítines junto al presidente nacional del partido, Santiago Abascal, y en las redes sociales, sin comparecer ante los periodistas y solo con entrevistas en algunos medios. Lo que se vino a llamar «efecto Olona» -una candidata potente y conocida a nivel nacional por su trabajo en el Congreso- parece que no se está produciendo y las encuestas dan a Vox un cierto estancamiento, aunque con toda probabilidad superará los 12 diputados de la anterior legislatura y se convertirá en la tercera fuerza política. En la última semana de la campaña, desde el debate televisivo del lunes, Vox ha dado un paso más y diariamente habla de la «mano tendida» al PP para pactar después de las elecciones. Eso sí, advierte de que no dará ni un voto a favor ni una abstención en la investidura de Juanma Moreno si no entra en el gobierno.
Las llamadas a la movilización y al voto útil, y la gestión de expectativas frente a las encuestas, han marcado la campaña electoral del candidato socialista, Juan Espadas, que afronta por primera vez en la historia de su partido unas elecciones desde la oposición y que tiene la frontera del fracaso en los 33 escaños que obtuvo Susana Díaz. El PSOE ha puesto toda la carne en asador para relanzar a su candidato -exalcalde de Sevilla pero poco conocido en muchas partes de Andalucía-. Durante los últimos días se ha producido un aluvión de ministros socialistas para apoyar a Espadas, y Pedro Sánchez también se ha implicado con su presencia en varios mítines y esta noche en el cierre de campaña en Sevilla. Espadas se ha afanado en recalcar machaconamente que el PP y Vox pactarán el próximo gobierno si los resultados lo permiten -y que hay que elegir «entre derechas y derechos»- y en que el PSOE no facilitará la investidura de Juanma Moreno de ninguna manera.
El candidato de Ciudadanos, Juan Marín, actual vicepresidente de la Junta, se ha aferrado durante la campaña a reivindicar la gestión que ha hecho su partido en el gobierno de coalición con el PP, aunque esta gestión parece que la está monopolizando el PP. El drama para Ciudadanos sería quedar fuera del Parlamento andaluz, como vaticinan algunas encuestas, después de los 21 escaños que obtuvo en 2018, solo a cinco de los populares. El sueño de Marín sería poder reeditar el gobierno con el PP para evitar lo que el llama «líos» después de las elecciones. A la izquierda del PSOE, la coalición Por Andalucía de Inma Nieto y Adelante Andalucía de Teresa Rodríguez, se han esforzado por dejar atrás en la campaña la traumática escisión que sufrió el grupo parlamentario en esta pasada legislatura y de ofrecer sus propuestas a una misma franja del electorado. Las encuestas no les son muy favorables, y entre los dos no llegarían a los 17 diputados que consiguieron en 2018 cuando iban juntos. El resultado de Por Andalucía- donde está Podemos, y Más País- aunque no sea extrapolable a nivel nacional servirá como un banco de pruebas para el proyecto Sumar que lanzará Susana Díaz.