La mayoría de los ciudadanos sigue valorando el funcionamiento del sistema sanitario público, aunque algo menos que hace unos meses, de forma que ya la mitad de los españoles considera que hacen falta cambios fundamentales e incluso reformas profundas. Así se desprende de la tercera oleada del Barómetro Sanitario publicado este lunes por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que constata la buena opinión que los españoles mantenían en noviembre sobre sus profesionales respecto al verano, cuando se hizo la segunda.
La inmensa mayoría de los ciudadanos se decanta por el sistema público en caso de que pueda elegir: así lo haría el 68,4 % con la atención primaria, el 57,3 % con los especialistas, el 75 % con los ingresos hospitalarios y el 71,5 % con las urgencias. Sin embargo, y aunque la mitad (50,5 %) aún valora su funcionamiento en general, aumentan los que piden cambios, que representan ya casi la mitad: unos piensan que requiere «cambios fundamentales» (31,9 % frente al 25,5 % de junio) o los que creen que «funciona mal y necesita cambios profundos» (16,8 % frente al 15,2 %). La diferencia es aún mayor si se compara con la primera oleada de marzo, cuando en esta posición estaba el 36,3 %, 12 puntos menos que ahora.
Además, seis de cada diez ciudadanos que ha tenido la necesidad de consultar con un médico de familia por un verdadero problema de salud ha podido hacerlo, si bien ha aumentado al 15,8 % el número de los que sí tuvieron esta urgencia pero no pudieron resolverla a tiempo. Son las principales conclusiones sobre 2.600 entrevistas realizadas entre el 14 y el 18 de noviembre, en pleno furor del descontento de los profesionales de Atención Primaria en distintos puntos del país.
Así, el barómetro desvela que la espera media para tener una cita en el centro de salud es de 8,54 días, aunque para casi un cuarto (23,3 %) fue de más de 11 días, para el 12 % entre 8 y 10 y para el 18,7 %, una semana. Solo el 9,5 % fue atendido el mismo día que llamó.
El 60,8 % de los que ha tenido necesidad de consultar por un verdadero problema de salud con su médico de familia, ya sea por síntomas o por enfermedades ya diagnosticadas, pudo hacerlo, no así el 15,8 % de los pacientes, que no pudo ver atendida su urgencia, dos puntos más que en la segunda oleada de junio. La principal causa es que le dieron cita para tantos días después que ya no la necesitó (47,5 %, cuatro puntos más que en junio pero ocho más que en marzo, cuando se hizo la primera oleada del Barómetro).
Por detrás, le sigue como motivo el no lograr contactar con el centro aunque, por el contrario, en este caso desciende uno y diez puntos, respectivamente, al situarse en el 27,3 %. Un 7,3 % fue porque pensó que los centros estaban muy saturados y se fue a urgencias directamente. Algo más de la mitad opta por las urgencias hospitalarias (51,7 %) frente a las de atención primaria (42,9 %).
Aunque la mayor parte reconoce que puede ser más cómodo para el médico y a veces para el paciente, la realidad es que dos de cada tres considera que las explicaciones dadas por teléfono no son igual de buenas que en las consultas presenciales y son más los que están poco (17,8 %), algo (30 %) o nada satisfechos (10,4 %) con las citas telefónicas que los que sí lo están. Pese a todo, los ciudadanos siguen manteniendo la misma confianza en el sistema público y lo anteponen al privado: de poder elegir, el 68,6 % prefiere acudir a su médico de familia público que a uno del sector privado. Entre otras cosas, por la atención que reciben, que ha sido buena para el 47,9 % y muy buena para el 32 %.