Un acusado de difundir propaganda yihadista e indagar en la forma de comprar armas y adquirir explosivos con los que cometer atentados terroristas ha reconocido este jueves en la Audiencia Nacional los hechos de los que le acusa la Fiscalía y ha aceptado una condena de dos años de cárcel.
Dos años de prisión, con la suspensión del ingreso, y un año de libertad vigilada por un delito de adoctrinamiento pasivo han sido los términos del acuerdo de conformidad al que ha llegado este acusado en el juicio que ha celebrado este jueves la Audiencia Nacional, según informan a EFE fuentes jurídicas. A la espera de la sentencia que dicte la sección tercera de lo Penal, y que se adherirá a lo pactado por las partes, el acusado ha reconocido los hechos de los que le acusa la Fiscalía, que ha rebajado su petición inicial de cinco años de cárcel a dos.
El fiscal imputa al acusado, un ciudadano español de origen marroquí, «una progresiva radicalización en postulados de carácter yihadista» al menos desde 2018 que le llevaron a consumir y difundir material videográfico de esta naturaleza. Lo hizo a través de diversas páginas web y blogs especializadas en esta temática, a los que accedía empleando navegadores y motores de búsqueda que dificultaban o evitaban su seguimiento.
También a través de Telegram, en la que se comparte simbología del Estado Islámico y se ensalzan sus acciones y a sus dirigentes. De acuerdo con el relato del fiscal que el acusado ha aceptado, en estos ambientes mantenía conversaciones públicas y privadas en las que mostraba su afinidad con la organización y sus fines. «Hasta tal punto el acusado estaba identificado con los postulados de la organización», señala el fiscal en su escrito, que llegó a plantear la comisión de acciones terroristas, para lo que indagó en la forma de comprar armas y adquirir y fabricar sustancias explosivas, como el ácido pícrico.
En un registro a su domicilio se encontraron siete teléfonos, dos ordenadores y una tableta con «abundantes archivos de propaganda yihadista» y acceso a páginas webs sobre «precursores de explosivos». También descubrieron que en uno de los móviles tenía guardado como contacto el número de un miembro del Estado Islámico conocido como Abu Saraqa, destinado en el batallón Al-Bara bin Malik, en la especialidad de trampas explosivas. A través de estos dispositivos el acusado mantuvo conversaciones «en las que traslucía sus motivaciones yihadistas y sus planes de ejecución de acciones terroristas, para los que buscaba elementos personales y materiales».