Isabel Piñero, presidenta de Consejo de Familia de Grupo Piñero, comparte con Ultima Hora su inspiradora perspectiva sobre el valor añadido de las empresas familiares en el sector turístico.
— Señora Piñero, ¿qué hace especial a una empresa familiar en el mundo del turismo?
— Para mí, una empresa familiar es mucho más que un negocio; es una historia hecha de personas, sueños y valores que se transmiten de generación en generación. En el turismo esto cobra aún más sentido, porque no solo creamos experiencias para quienes nos visitan, sino que también tejemos vínculos profundos con los destinos y sus comunidades. Nuestro compromiso va más allá de los números: cuidamos lo nuestro y proyectamos lo nuevo sin perder el alma.
— ¿Cómo logran encontrar el equilibrio entre la tradición y la innovación?
— Creo que preservar el legado familiar significa tener el valor de transformarlo. Hemos aprendido en familia que la continuidad no es un simple traspaso, sino una suma de decisiones conscientes, llenas de respeto y ambición. Nos hemos adaptado a un mundo que cambia a una velocidad vertiginosa, apostando por la digitalización, la sostenibilidad y la diversificación, pero siempre manteniendo nuestros valores en el centro de todo. Nuestro secreto: abrir espacios de diálogo, ser flexibles y, sobre todo, actuar con amor por el proyecto común.
— ¿Cuáles son los ejes que sostienen la evolución de las empresas familiares hoy?
— Gobernanza profesionalizada y participativa: Combinar la pasión de la familia con la mirada fresca de profesionales externos nos hace más fuertes y nos permite tomar decisiones difíciles sin perder nuestra identidad. Innovación con propósito: Las nuevas generaciones vienen pisando fuerte, con más conciencia social y ambiental, y muchas ganas de dejar huella positiva. Por eso, la transformación digital y la sostenibilidad son parte de nuestro día a día. Expansión con identidad: Crecer está bien, pero nunca a costa de perder nuestra esencia. Somos quienes somos por nuestra historia y nuestra gente, y eso guía cada paso que damos hacia nuevos mercados.
— ¿Qué significado tiene Baleares en la historia de Grupo Piñero?
— Baleares es el corazón de nuestra historia, nuestro presente y futuro. Fue aquí, en 1986, donde mi padre, Don Pablo Piñero, dio el primer paso al establecer la compañía en Palma de Mallorca, donde hoy seguimos teniendo nuestra sede, y dónde, en 1991, iniciamos nuestra actividad hotelera con la adquisición de nuestro primer hotel en las islas. Desde entonces, hemos crecido de la mano del talento y la pasión del equipo humano de la región, que ha sido clave para convertirnos en lo que somos. Por eso, Baleares para nosotros es mucho más que un destino, es parte de nuestra identidad, y la cuidamos con el mismo compromiso y amor que nos ha acompañado desde el primer día.
— ¿Qué les permite pensar en el largo plazo?
— El privilegio de ser una empresa familiar nos da la posibilidad de mirar más allá del trimestre, de pensar en décadas. Esto nos permite cuidar los detalles, tomar decisiones con sentido y construir modelos que no solo buscan rentabilidad, sino que realmente generan bienestar. Trabajamos para dejar un mundo mejor a quienes vienen detrás, y eso nos inspira cada día.
— ¿Podría compartir algún aprendizaje valioso en este camino?
— He aprendido muchas cosas, aunque una de las que considero más importantes es diferenciar el rol de gestión del rol de accionista. Gestionar es acompañar a la empresa en su día a día, mientras que ser accionista es custodiar un legado que trasciende generaciones. Este compromiso lleva asociada la responsabilidad de preservar y proyectar lo que hemos recibido. La fuerza de una empresa familiar está en su capacidad para unir voluntades, para crear bienestar juntos. Por eso, somos más que una empresa; somos generadores de empleo, guardianes de la cultura local y constructores de entornos donde las personas pueden crecer y sentirse parte de algo más grande.
— ¿Qué retos imagina para el futuro de las empresas familiares?
— Tener siempre en la hoja de ruta un proyecto en común y ser muy consciente de la responsabilidad que supone mantenerse alineados entre el legado y propósito de familia y empresa. El futuro nos va a exigir combinar innovación y legado, propósito y rentabilidad, familia y profesionalización. Pero estoy convencida de que, con raíces profundas y la mirada abierta, podremos construir un turismo más humano, sostenible y resiliente. Liderar desde lo familiar es liderar con el corazón y la cabeza, y eso, en los tiempos que corren, es más necesario que nunca.