Cansadas, pero sabedoras de que su esfuerzo ha permitido dar un paso al frente en el lento camino hacia el final del genocidio y el asedio al que Israel somete a la población palestina en Gaza, las activistas mallorquinas Lucía Muñoz y Alejandra Martínez miran de nuevo hacia el otro lado del Mediterráneo, con la preocupación por el estado de su compañera Reyes Rigo y la necesidad de un mayor compromiso a nivel internacional para frenar la masacre. La regidora de Podemos en Cort y la comunicadora atendieron a Última Hora tras llegar a Madrid en la noche del lunes dentro del proceso de deportación de 27 españoles integrantes de la Global Sumud Flotilla, interceptada a menos de cien millas de su objetivo: las costas de Gaza, buscando romper el bloqueo por parte de Israel y hacer llegar ayuda humanitaria a la población asediada.
«Ha sido duro, estamos agotadas, pero a la vez preocupadas porque esto no se ha acabado», advierte de inicio Alejandra Martínez, que junto a Muñoz acudió al Congreso en víspera del debate de convalidación del Decreto Ley de medidas urgentes contra el genocidio de Gaza y de apoyo a la población palestina. «Hay gente que se ha quedado atrás», aseguran en referencia a Reyes Rigo -acusada de morder a una funcionaria israelí y presa en la cárcel de Ketziot, en el desierto del Néguev- «y tenemos la sensación de que esto no ha acabado», refería Muñoz. Ambas aseguran que su misión, pese a no conseguirse finalmente, era «romper el bloqueo criminal de Israel y abrir un corredor humanitario. Si no lo conseguimos, es porque se ha cometido un crimen a nivel internacional y legal», dicen con total rotundidad.
La actitud de Israel y su ejército durante el asalto al Huga -en el que ambas se embarcaron- y el resto de embarcaciones de la Flotilla dejó patente «una guerra psicológica importante» por parte de los militares y funcionarios hebreos, sosteniéndoles y dándoles fuerza ante ese muro «el sentimiento de ser parte de un movimiento popular de solidaridad que ha conseguido remover conciencias al menos, pese a no lograr el objetivo de llegar a Gaza». Ante las acusaciones y noticias vertidas de forma interesada, dejaron claro que, pese a todo lo que se ha llegado a publicar, «ni éramos terroristas de Hamás ni unos pijos de vacaciones en Ibiza», espetaba Lucía Muñoz.
«Nos hemos sostenido unas a otras»
La dureza de lo vivido en prisión ha sido por momentos «extrema», aunque la entereza del grupo ha sido clave para sobrellevarlos. «Estamos orgullosas de todas nuestras compañeras de celda. Nos hemos sostenido unas a otras. Pero también de los miembros de la Flotilla. Entre todos hemos conseguido hacer ver que el mundo no ha perdido su carácter solidario», refiriendo numerosas muestras de apoyo recibidas. También desde Mallorca y Baleares, aunque no por parte de las instituciones de las islas, algo que lamentan. «Realmente, nos preguntamos qué le debe el PP a los genocidas... Que siga una mallorquina retenida (Reyes Rigo) y nadie se haya preocupado por ella, o bien por facilitar su regreso es preocupante. E indignante», decía Muñoz en referencia a la falta de noticias, o una simple llamada o mensaje por parte del Govern, el Consell de Mallorca o el Ajuntament de Palma.
«No sé cómo no se les cae la cara de vergüenza. PSOE y Més per Palma sí se han interesado, pero ni el alcalde (Jaime Martínez) ni nadie del PP o de las instituciones ha contactado con nosotras», lamenta visiblemente molesta la regidora de Podemos en Cort. Y todo, pese al «apoyo constante de la sociedad civil balear, «aunque Martínez y Prohens no muevan un dedo por sus ciudadanos. No es un tema de que estés con un partido u otro o te vaya bien o no la causa; es que tenemos a una mallorquina en una cárcel en Israel y nadie nos ha preguntado...», añade Alejandra Martínez.
«Es un escándalo internacional»
La experiencia vivida les permite a ambas tener ahora «una perspectiva de que nada de lo que vivimos es comparable a lo que sufre el pueblo palestino, que padece una limpieza étnica». No vieron peligrar su vida en ningún momento, pese a la crudeza de algunos episodios que narran, entienden que «porque todo el mundo miraba ahí y no podían permitirse un error fatal», aseguraba la comunicadora. Ambas sabían al embarcarse en el Huga «el riesgo que corríamos y a lo que nos enfrentábamos por llevar, simplemente, medicinas y comida a una población a la que están matando de hambre», advirtiendo tras sus vivencias que ya saben «qué tipo de técnicas y violencia ejerce Israel... No queremos imaginar lo que hacen con los palestinos, la verdad», explicaba Lucía desde Madrid y en conversación telefónica con Última Hora. «Este es el punto a que son capaces de llegar, es un escándalo internacional y los gobiernos no hacen nada para pararlo», señalando también a España como cómplice desde la distancia de este silencio global ante el genocidio en Gaza por parte de Israel.
El trato por parte de las autoridades de Israel hasta embarcar en el vuelo militar que les trasladó a Madrid «ha sido un acoso constante», recordando momentos como la salida hacia el aeródromo, «cuando nos maniataron con bridas y nos arrastraron por el suelo hasta el autobús». Apuntan también los episodios sufridos por Reyes Rigo y otra activista, a la que identifican como Nina, generados «porque pedimos colchones para dormir en el suelo. Estábamos 14 personas en una habitación de cinco. Allí había una paciente crónica de cáncer a la que negaron la medicación, por ejemplo», relataba Lucía, a lo que añadía Alejandra Martínez que al pedirlos e ir a recogerlos «se produjo un forcejeo que acabó con veinte guardias sobre Nina; Reyes intentó defenderla y fueron arrastradas por el pelo. A ella (Reyes) nunca más la vimos». Al reencontrarse con Nina, «nos explicó que Reyes volvió a su celda, pero se la llevaron», ratificando que nadie fue testigo de la agresión de la que es acusada.
«Nos maniataron y arrastraron»
«Discutiendo con los guardias, nos aseguraron que Reyes (Rigo) había sido trasladada a una comisaría y que iba a volver por la mañana y volaría con nosotras en el avión en el que nos iban a deportar». Recalcó que aquello «tampoco fue verdad». Al día siguiente, «los compañeros queríamos preguntar y obtener información sobre dónde estaba Reyes y como no obtuvimos respuesta, nos negamos a salir de la celda hasta que no nos respondieran», afirmaban, lo que provocó una actuación violenta contra los activistas en forma de torturas injustificadas. La reacción «por parte de las fuerzas de ocupación israelíes fue sacarnos a la fuerza, nos maniataron con bridas y nos arrastraron por el suelo hasta el autobús».
«Es un milagro que no haya muerto nadie, Israel nos han tratado muy mal, de forma inhumana, porque había gente enferma a la que se les negaron medicamentos; nos han tenido a 40 grados encerrados, sin agua y sin poder ir al baño, lo que ha generado infecciones», confesaban Lucía Muñoz y Alejandra Martínez, quienes tienen claro que si la cosa no fue a más, es «porque el mundo estaba encima y fueron con cierto cuidado».
A ellas y el resto de sus compañeros se les acusó de acceder a una zona de bloqueo naval, siendo más ágil el proceso de deportación y liberación, «aunque un ala del gobierno israelí nos pedía 30 años de prisión por terrorismo», apunta Martínez, quien a su vez deja claro que fueron «obligadas a irnos de la prisión», pues no querían marcharse dejando allí a Reyes y a otros compañeros. De ahí su gesto de permanecer, por el momento, en Madrid a la espera de que la tercera mallorquina de la Flotilla sea deportada y puedan regresar las tres juntas a la Isla: «Pedimos la liberación de Reyes, de manera incondicional, es inocente. Salimos juntas de Mallorca y volveremos allí juntas. La Flotilla es solidaridad y nosotros estamos con Reyes, pero también con todos y cada uno de los que hemos formado parte de ella», espetó la comunicadora y activista. «Exigimos al Govern que actúe, no descansaremos hasta tenerla con nosotros», exclamaban en referencia al 'secuestro' de la también palmesana.
«Lo haríamos otra vez»
Preguntadas sobre un posible regreso a otra Flotilla, no dudan en afirmar que repetirían. «Lo haríamos otra vez, pero hemos visto que el trabajo en tierra también es importante, con el apoyo de miles de personas. Aunque no hayamos conseguido el objetivo de pisar Gaza, la movilización ha sido total y masiva», afirman con rotundidad ambas activistas, que suscriben públicamente las denuncias por abuso y violencia por parte de Israel contra los integrantes de la Global Sumud Flotilla.
De toda esta experiencia vital, extrae Lucía Muñoz la idea de que «este genocidio lo parará la gente, no los gobernantes; la solidaridad ha crecido y lo sigue haciendo, es imparable ya», refiere la edil de Podemos en Cort, compartiendo esa visión Alejandra Fernández, quien asegura que lo logrado por la Flotilla «es un paso más y volveremos a movilizarnos. El mundo se ha unido por la causa palestina. No vamos a parar hasta que Palestina sea libre del río al mar», concluyó Alejandra Martínez.
Pues yo les veo a TOD@S en muy buen estado físico para haber vivido cosas “tan horribles”. Cuanto cuento. Alá a trabajar y cotizar de una vez que hay que pagar pensiones.