Barcelona es una de las ciudades más atractivas del mundo, y los datos de visitantes así lo demuestran. Todos quieren pasar unos días en una ciudad abierta, cosmopolita y vanguardista, donde dejaron su huella genios del siglo XX como Antoni Gaudí, Joan Miró, Pablo Picasso o Salvador Dalí. El Barrio Gótico, la Catedral del Mar, Las Ramblas, el Paseo de Gràcia o la Sagrada Familia son algunos de sus indiscutibles encantos.
Pero sin duda otro de los atractivos que hacen a Barcelona una ciudad diferente es su apertura al mar mediterráneo, que baña sus playas y que ha hecho de la ciudad un punto de encuentro de las culturas ribereñas. Para entender Barcelona hay que entender su vocación y espíritu mediterráneo, que comparte con otras ciudades bañadas por el mar. Apenas a unos 250 kilómetros de Barcelona está Menorca, una isla que se puede visitar con facilidad partiendo desde la Ciudad Condal.
Menorca es la isla más oriental y septentrional y la segunda en extensión de las Islas Baleares. Con capital en Mahón, cuenta con unos 90.000 habitantes que disfrutan de un entorno privilegiado declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1993. La propia localización de la isla, a medio camino entre Francia y Argelia, la han convertido en encrucijada de reinos y también en punto de encuentro de culturas. Menorca fue romana, vándala, musulmana y cristiana, incorporándose definitivamente al reino de Aragón en el siglo XIV.
Pero sin duda, si algo ha marcado los últimos siglos de historia de la isla ha sido el dominio ejercido por los británicos y los franceses. Aprovechando su participación en la Guerra de Sucesión española, los británicos ocuparon la isla en 1708 y ratificaron su dominio con el Tratado de Utrecht, suscrito en 1713.
El desembarco de los franceses en 1756 acabó con el primer periodo de dominación británica, retomado en 1763. El segundo periodo duró hasta 1782, y el tercero se extiende de 1798 a 1802, cuando volvió definitivamente a la soberanía española después del Tratado de Amiens. En total, los británicos ocuparon Menorca durante 71 años del siglo XVIII. Por su parte, los franceses ejercieron su dominio desde 1756 a 1763, de modo que la isla estuvo bajo dominio extranjero 78 años.
El legado británico es visible en la arquitectura, pero se extiende también a la gastronomía y a aspectos culturales, como el hecho de que en Menorca se celebre el día d'enganyar (el equivalente al Día de los Inocentes) el 1 de abril, coincidiendo con el april's fool inglés.
A su vez, este dominio extranjero minimizó los lazos históricos entre Menorca y Cataluña, y particularmente, Barcelona, que siempre ha estado más estrechamente ligada a Mallorca, tal y como expone en esta entrevista Ricardo García Cárcel, historiador y catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Barcelona.
Sin embargo, eso se ha corregido, y hoy es facilísimo visitar Menorca desde Barcelona. Hay varios vuelos de frecuencia diaria a precios muy asequibles entre Barcelona y Mahón, y una fluida conexión marítima, que permiten decir que hoy Barcelona y Menorca están más cerca que nunca.