Esta publicación va de autoaceptación y de respeto. También de aquellos que no saben mantener la boca cerrada. Pongámonos en antecedentes. Laura es una chica normal y corriente, una joven que como a la mayoría a su edad le gusta compartir trocitos de su vida en las redes sociales.
Todo empezó cuando Laura subió una imagen a Facebook junto a su padre en la playa, algo bastante normal y corriente. Lo que no es tan normal es el comentario privado que recibió.
Alguien se sintió en el derecho de opinar que estaba «gordita», y que esa celulitis no le venía nada bien para encontrar un chico. Sin embargo, le ofrecía el remedio a todos sus 'males': apuntarse al gimnasio en el que trabajaba.
La chica reaccionó con bastante indignación a la oferta, ya no porque fuera motivada por una cuestión de salud, sino por la premisa de que su físico se interpusiera entre ella y una vida sentimental plena.
Por suerte recibió el cariño y el apoyo de muchos, miles y miles de usuarios que se solidarizaron con ella y le mandaron ánimo y fuerza para aplicar eso de «a palabras necias oídos sordos».
No fueron todos, y como ya hemos visto otras veces en temas similares, hubo quien la acusó de estar fomentando la obesidad o un estilo de vida poco saludable. Nada más lejos de la realidad, ella misma lo explicaba así de contundentemente.