La banda italiana Maneskin llegó a la 65 edición de Eurovisión con el aura de la rara extravagancia roquera premiada en San Remo, pero fue pisar su escenario, prenderle fuego y emprender un «sorpasso» en las apuestas que se ha saldado esta noche con una victoria por la derecha. Aún con el precedente «heavy» en 2006 de los fineses Lordi, pocos habrían pensado que un día el que se catalogaba como «festival europeo de canción ligera» galardonaría a un cuarteto formado en Roma amante del rock garajero de The White Stripes y con el punto seductor de Franz Ferdinand.
Italia, que suma con esta su tercera victoria en Eurovisión, no había vuelto a ganar desde 1990 con Toto Cutugno y su tema «Insieme: 1992», el año de Azúcar Moreno, en parte porque declinó participar entre 1994 y 1996 y, sobre todo, entre 1998 y 2010. Total, ya tenían el Festival de San Remo, la versión original que inspiró Eurovisión.
A su vuelta, solo en dos ocasiones el país quedó fuera del «top 10» y acarició el triunfo en otras dos: en 2011 con el toque jazz de Raphael Gualazzi al piano y de nuevo en 2019 con Mahmood.
Una gala de gran nivel
Del duro revés que fue la cancelación en 2020 de esta 65 edición a causa del estallido de la pandemia se ha resarcido hoy la ciudad anfitriona, Róterdam, con una gala emocionante y de primer nivel en la que sus protocolos de prevención han convertido el coronavirus más en una sombra engorrosa que en una protagonista pertinaz.
Para muchos habrá pasado desapercibido incluso el hecho de que precisamente por sendos casos positivos detectados en sus controles no hayan actuado en vivo sino con grabaciones de los ensayos ni el ganador del pasado año, el holandés Duncan Laurence, ni uno de los países a concurso, Islandia.
Esas garantías son las que han permitido asimismo que unas 3.500 personas (una quinta parte del aforo total) hayan asistido al espectáculo en el Ahoy Rotterdam tras haber sido sometidas a pruebas en las horas previas.
Que había ganas de bailar y sacudirse las sensaciones plomizas de los confinamientos se ha notado en el claro predominio de canciones dinámicas desde el arranque, con la chipriota Elena Tsagrinou, y hasta el final con Senhit en colaboración con el famoso rapero estadounidense FloRida en nombre de San Marino.
Entre medias, algunas baladas muy emocionantes, como la del suizo Gjon's Tears ("Tout l'Univers") o la búlgara Victoria ("Growing Up Is Getting Old"). A fuerza de virtuosismo vocal ha intentado destacarse en ese grupo el español Blas Cantó con «Voy a quedarme», una dedicatoria a su abuela fallecida por covid-19 que ha convertido en un diálogo con una luna de 6 metros de diámetro.
En términos generales ha sido una de las galas con mejor plantel escenográfico y musical de la historia, algo que se ha medido también por su variedad estilística. De hecho, con un tema entre «soul» y «blues» ha logrado Portugal su mejor resultado en lo que llevamos de siglo (sin contar a Salvador Sobral), el puesto 12.
En paralelo, los fineses Blind Channel han prendido fuego con «nu metal», la rusa Manizha ha teñido clichés folclóricos con ritmos urbanos y un mensaje empoderador, los belgas Hooverphonic han traído algún rescoldo de su «trip hop» y los ucranianos Go_A han montado una «rave» de folk electrónico.
Justo detrás de ese estallido, en la posición número 20, ha emergido la que era una de las principales favoritas de inicio, la francesa Barbara Pravi, iluminada apenas por un foco a su espalda, con el más sencillo de los vestuarios, las manos al aire y la mirada líquida, con una voz para templar corazones y la fuerza de no temer mostrar vulnerabilidad.
Según las apuestas de la última semana, en su camino a la victoria solo se interponía el posible golpe de efecto de los italianos Maneskin, que han salido en el vigésimo cuarto lugar preparados para grabar a fuego su descarga de rock con líneas de bajo desafiantes, como el andar de su carismático y descamisado vocalista, el romano Damiano David.
Vuelco final
Cuando han llegado las votaciones, sorprendentemente el jurado español no le ha dado ningún punto a sus vecinos transalpinos, pero sí a Francia, que se ha llevado la máxima valoración. Además, ha otorgado puntos a: Suiza (10), Malta (8), Islandia (7), Chipre (6) Portugal (5), Bulgaria (4), Israel (3), Lituania (2) y Ucrania (1).
No ha habido correspondencia en el retorno de votos para Blas Cantó, que ha concluido en el antepenúltimo puesto al rascar algo solamente de Reino Unido (2) y Bulgaria (4) y nada de los telespectadores. El murciano no ha querido hacer declaraciones tras el resultado, con el que España acumula su sexto festival consecutivo en los puestos de cola.
En la cabecera, la carrera por los puntos de los jurados ha sido cosa de Francia y Suiza, en una sucesión de adelantamientos constantes y situaciones curiosas, como que esta última le diera 12 puntos a su principal rival, pero la primera solo le devolviera 7.
Al término de esa primera fase, la situación era Suiza (267) y Francia (248). Después, el sistema de entregar a cada país todos los puntos de los espectadores europeos de una vez ha mantenido el suspense hasta el final, con la súbita reaparición de Italia, que andaba cuarta y aparentemente perdida y que ha dado el gran vuelco al acaparar la máxima votación de la audiencia, 318 puntos.
Tras Italia, que ha vencido con 524 puntos, el «top 10» ha quedado así: 2/ Francia (499), 3/ Suiza (432), 4/ Islandia (378), 5/ Ucrania (364), 6/ Finlandia (301), 7/ Malta (255), 8/ Lituania (220), 9/ Rusia (204) y 10/ Grecia (170).