Una nueva vacuna dirigida a las células cerebrales inflamadas asociadas con la enfermedad de Alzheimer podría ser la clave para prevenir o modificar el curso de la enfermedad, según una investigación preliminar presentada en las Sesiones Científicas de Ciencias Cardiovasculares Básicas 2023 de la Asociación Americana del Corazón. Anteriormente, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Juntendo de Tokio (Japón) desarrollaron una vacuna para eliminar las células senescentes que expresaba la glicoproteína asociada a la senescencia (SAGP), una vacuna senolítica que mejoraba varias enfermedades relacionadas con la edad, como la aterosclerosis y la diabetes de tipo 2 en ratones.
Otro estudio también descubrió que las SAGP están muy expresadas en las células gliales de las personas con enfermedad de Alzheimer. Basándose en los resultados de estos estudios, los investigadores probaron esta vacuna en ratones para tratar la enfermedad de Alzheimer con células sobreexpresadas en SAGP. «La enfermedad de Alzheimer representa actualmente entre el 50% y el 70% de los pacientes con demencia en todo el mundo. La novedosa prueba de la vacuna de nuestro estudio en ratones apunta a una posible forma de prevenir o modificar la enfermedad. El reto futuro será lograr resultados similares en humanos --afirma la autora principal del estudio, la doctora Chieh-Lun Hsiao, becaria posdoctoral del departamento de biología y medicina cardiovascular de la Facultad de Medicina de la Universidad Juntendo de Tokio--. Si la vacuna pudiera demostrar su eficacia en humanos, sería un gran paso adelante para retrasar la progresión de la enfermedad o incluso prevenirla».
En este estudio, el equipo de investigación creó un modelo de ratón con enfermedad de Alzheimer que imita un cerebro humano y simula la patología de la enfermedad de Alzheimer inducida por el beta amiloide. Para comprobar la eficacia de la vacuna SAGP, los ratones fueron tratados con una vacuna de control o con la vacuna SAGP a los dos y cuatro meses de edad. Normalmente, las personas en la última fase del Alzheimer carecen de ansiedad, lo que significa que no son conscientes de las cosas que les rodean. Los ratones que recibieron la vacuna presentaban ansiedad, lo que significa que eran más precavidos y más conscientes de las cosas que les rodeaban, un signo que, según los investigadores, podría indicar una disminución de la enfermedad. Además, también se redujeron varios biomarcadores inflamatorios de la enfermedad de Alzheimer.
Según el estudio, la vacuna SAGP redujo significativamente los depósitos de amiloide en el tejido cerebral situado en la región de la corteza cerebral, responsable del procesamiento del lenguaje, la atención y la resolución de problemas. Además, se observó una disminución del tamaño de las células astrocitarias (el tipo de célula glial más abundante en el cerebro y una molécula inflamatoria específica) en los ratones que recibieron la vacuna. También se observó una reducción de otros biomarcadores inflamatorios, lo que implica que la inflamación en el cerebro mejoró en respuesta a la vacuna SAGP. Una prueba de comportamiento (dispositivo tipo laberinto) en los ratones a los seis meses de edad reveló que los que recibieron la vacuna SAGP respondieron significativamente mejor a su entorno que los que recibieron la vacuna placebo. Los ratones vacunados con SAGP tendían a comportarse como ratones sanos normales y mostraban una mayor conciencia de su entorno.
También S¡se demostró que la proteína SAGP se localizaba muy cerca de unas células cerebrales especializadas llamadas microglía, que desempeñan un papel en la defensa inmunitaria del sistema nervioso central. La microglía ayuda a eliminar la placa dañina formada por proteínas; sin embargo, también desencadena una inflamación cerebral que puede dañar las neuronas y empeorar el deterioro cognitivo de una persona, lo que podría ser una de las causas del desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
En la enfermedad de Alzheimer, una acumulación de proteínas cerebrales llamadas péptidos beta amiloides se aglutinan formando placas que se acumulan entre las neuronas y alteran la función celular, según el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, una división de los Institutos Nacionales de Salud. Los problemas vasculares también pueden provocar la ruptura de la barrera hematoencefálica, que suele proteger al cerebro de agentes nocivos al tiempo que permite el acceso de la glucosa y otros factores necesarios. Esta barrera hematoencefálica defectuosa impide que la glucosa llegue al cerebro e impide la eliminación de beta-amiloide y proteínas tóxicas, lo que provoca una inflamación crónica y la progresión de la enfermedad de Alzheimer. «Estudios anteriores con distintas vacunas para tratar la enfermedad de Alzheimer en modelos de ratón han logrado reducir los depósitos de placa amiloide y los factores inflamatorios; sin embargo, lo que diferencia a nuestro estudio es que nuestra vacuna SAGP también alteró a mejor el comportamiento de estos ratones», apunta Hsiao. Según los investigadores, investigaciones anteriores sugieren que la proteína SAGP está muy elevada en la microglía, lo que significa que la microglía es una célula muy importante en la enfermedad de Alzheimer. Según Hsiao, «si se elimina la microglía en estado de activación, también se puede controlar la inflamación del cerebro. Una vacuna podría dirigirse a la microglía activada y eliminar estas células tóxicas, reparando en última instancia los déficits de comportamiento que sufre la enfermedad de Alzheimer», concluye.