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Así funciona la técnica que utilizó el filósofo Voltaire para ganar la lotería

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¿Quién no haría todo lo posible por ganar la lotería de Navidad? Se trata de una de las loterías del año más famosas en la que participa el mayor número de españoles, esperando que se produzca "la magia de la Navidad" y hacerse con los suculentos premios de hasta cuatro millones de euros la serie (es decir, 400.000 euros por décimo.

Jugar a la lotería es algo que venimos haciendo desde hace cientos de años. De hecho, ya en el siglo XVIII la sociedad española participaba en el concurso. François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, pasó a la historia, además de por sus aportaciones como escritor y filósofo, también por el famoso Método Voltaire. ¿Has oído hablar de él alguna vez?

La técnica para ganar la lotería

Se trata de una forma de ganar la lotería de aquella época que ideó el matemático Charles Marie de la Condamine y que el filósofo francés Voltaire supo aprovechar para afrontar los problemas económicos a los que se enfrentó por sus diversos pasos por la cárcel y el exilio.

El Ministro de Finanzas de la época, Michelle Robert Le Pelletier-Desforts decidió ofrecer un billete de lotería a los propietarios de bonos del Estado, para así aumentar su valor. De ese modo, si el boleto obtenía algún premio, su poseedor ganaría el valor del mismo, más otras 500.000 libras francesas de premio.

Aprovechando esta situación, Voltaire y su grupo de ilustrados compraba los bonos del Estado más baratos (ya que el premio si el boleto resultaba premiado era independiente de lo que costase el bono), acumulando grandes cantidades de ellos y, por tanto, obteniendo grandes posibilidades de salir premiados. De hecho, en numerosas ocasiones o él o algún miembro de su grupo de amigos resultó tener un boleto ganador.

No obstante, la suerte no sonrió eternamente a Voltaire, su manía de firmar los billetes de lotería le costó que las autoridades descubrieran lo que él y su grupo de amigos estaban haciendo y lo llevaron frente al tribunal quien, como era de esperar, condenó a Voltaire por ello.

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