Silueta arqueada, vibrisas tensas, las orejas completamente pegadas al cráneo, los ojos fijos y una exhalación sonora, casi silbante. No hace falta haber vivido alguna vez con un gato para haber presenciado esta escena y el sonido descrito, un bufido.
A veces aparece de repente, sin que tengamos muy claro por qué. Otras, lo anticipamos si el gato se siente acorralado, molesto o simplemente incómodo. ¿Pero qué significa exactamente? ¿Debemos reñir al gato? (Spoiler: no). Vamos a explorar a fondo el bufido, esa vocalización breve, tensa y con un mensaje claro y potente.
¿Qué es exactamente un bufido?
El bufido es un sonido que los gatos emiten expulsando aire rápidamente por la boca, como si imitaran el siseo de una serpiente. De hecho, esta semejanza no es casual y se trata de una estrategia defensiva y comunicativa.
Según un estudio sobre comportamiento felino publicado en enero de 2020 (Feline vocal communication), es un sonido involuntario que suele desencadenarse por la aparición repentina de un enemigo o una amenaza. Está estrechamente relacionado con situaciones agonísticas (de conflicto), en las que el gato necesita evitar una confrontación física.
Como explica la especialista en comportamiento felino Pam Johnson-Bennett a Newsweek, el bufido es sobre todo una advertencia. Los gatos, poco amigos del conflicto físico directo, utilizan vocalizaciones y lenguaje corporal para disuadir a su oponente. Es decir, es una señal de alerta más que de ataque, y aunque solemos interpretar el bufido como una muestra de ‘mal genio’, la realidad es mucho más compleja.
Miedo o amenaza
Se trata del motivo más común. Un gato que se siente amenazado por otro animal, por una persona o incluso por un objeto nuevo y desconocido puede bufar para crear distancia. Su propósito no es atacar, sino evitar el conflicto.
Este miedo puede ser intenso y provocar una reacción física completa con cuerpo arqueado, pelo erizado (piloerección), orejas hacia atrás y pupilas dilatadas. En ese momento, lo mejor que se puede hacer es respetar el espacio del animal.
Dolor
Un gato puede bufar si tiene dolor y se le toca en una zona sensible. Esto puede ocurrir durante la manipulación cotidiana (acariciarlo, cogerlo en brazos, cepillarlo) o al intentar meterlo en un transportín. En estos casos, el bufido es una reacción de defensa instintiva, no de agresividad intencionada.
Si un gato empieza a bufar en situaciones en las que antes no lo hacía, es recomendable visitar al veterinario para descartar problemas físicos.
Molestia o sobreestimulación
Algunos gatos toleran mal la manipulación continuada, incluso cuando disfrutan del contacto. Si un gato empieza a bufar durante una sesión de caricias, probablemente es su forma de decir que ya ha tenido suficiente.
Antes del bufido suelen aparecer señales sutiles como movimientos de cola, cambio en la posición de las orejas, tensión muscular e incluso pequeños mordiscos suaves. Si ignoramos esas señales, puede llegar el bufido.
Conflicto entre gatos o con perros
En los hogares con más de un gato, el bufido es parte natural del establecimiento de jerarquías y límites. Un gato puede bufar a otro para marcar territorio, proteger recursos o simplemente establecer una distancia saludable.
También puede ocurrir con perros, en cuyo caso, la clave está en permitir un acercamiento gradual y controlado. Según varios expertos, es esencial que el gato tenga rutas de escape, lugares elevados y escondites seguros, además de que el perro esté controlado con correa durante los encuentros iniciales.
Estrategia educativa felina
Los bufidos no son solo herramientas de defensa, sino que también son una forma de educar. Un gato adulto puede bufar a un cachorro si este lo agobia con juegos demasiado bruscos. De hecho, es frecuente en camadas que los hermanos se bufan para establecer límites durante el juego.
Cambios y estrés ambiental
Mudanzas, visitas, ruidos fuertes… cualquier cambio puede generar inseguridad y estrés en los gatos. Y con eso, llegar el bufido. Aunque no sea contra un individuo en concreto, su misión sigue siendo clara: advertir que no se sienten seguros.
¿Qué NO hacer ante un bufido?
Ante todo, no se debe tomar como algo personal. El gato no nos odia ni está siendo malo. El bufido no es un ataque, sino un mensaje de autoprotección.
Tampoco hay que reñirle, gritarle ni tratar de calmarlo a la fuerza, ya que eso solo aumentará su estrés y provocará una reacción agresiva. En su lugar se recomienda:
- Da espacio. Aléjate o deja que él se aleje.
- Evita mirarlo fijamente o acorralarlo.
- Ofrece una salida fácil y sin confrontación.
- Observar e identificar qué ha podido desencadenar el bufido.
Cuándo hay que preocuparse
El bufido ocasional entra dentro de lo normal, pero si se convierte en algo frecuente, o aparece de forma repentina y sin causa aparente, conviene investigar más a fondo. Algunas señales de alerta son los bufidos continuos o exagerados, los cambios en el comportamiento, el rechazo al contacto cuando antes lo toleraba o bufidos al tocar ciertas zonas del cuerpo. En estos casos, una revisión veterinaria es el primer paso para descartar dolor o enfermedad.
¿Todos los gatos bufan igual?
Curiosamente, no. Cada gato tiene su propio umbral de tolerancia. Algunos gatos son muy comunicativos y utilizan el bufido como una herramienta más de su repertorio, mientras que otros lo reservan solo para momentos extremos.
Incluso hay quienes, por carácter, bufan por cosas que otros gatos tolerarían sin pestañear. No es una cuestión de buena o mala conducta, sino de temperamento y experiencias previas, y detrás de ese siseo hay miedo, dolor, estrés o simplemente la necesidad de marcar límites.
Es importante escuchar lo que el gato está diciendo, en lugar de reaccionar desde la incomprensión. En su idioma, el bufido significa «ahora no», y como cualquier idioma, merece ser comprendido.