Según un estudio del iOpener Institute for People & Performance de Oxford, los trabajadores optimistas rinden más y los empleados felices dedican el doble de tiempo a sus tareas, tienen un 65% más de energía y su vinculación a la empresa es mayor.
Ciertamente hay cada vez más estudios que indican que los trabajadores optimistas, empáticos y flexibles son más productivos. De hecho varias universidades han creado equipos de investigación que se centran en averiguar qué hace que los empleados disfruten más en su trabajo. Dado que en el puesto de trabajo pasamos muchas horas de nuestra vida, es normal que la felicidad deba de ser un aspecto a tener muy en cuenta.
Un trabajador feliz sabe trabajar en equipo, es generoso y amable y fomenta un buen clima en su entorno laboral, ayudando a sus compañeros cuando lo necesitan. Por otra parte, un empleado alegre y optimista se implica en su tarea y trata de hacerla lo mejor posible, y es perseverante en conseguir los objetivos que tiene establecidos, a la vez que suele radiar una vitalidad y creatividad muy positivas para la organización.
Toda empresa debería tener como uno de sus valores la felicidad de sus empleados y por tanto debería crear una cultura empresarial que fomente la motivación de sus trabajadores, que mejore su compromiso con la empresa y que en resumen genere un buen clima de trabajo. Para ello uno de los aspectos fundamentales de una empresa es el respeto y la alta valoración y estima hacia sus empleados, y aunque en la época actual no sea lo habitual que debería, lo repito de nuevo porque lo considero esencial para el éxito de la empresa, alta estima y aprecio por parte de la propiedad y la dirección hacia sus empleados. Hay que ser amables, positivos, escuchando siempre a los empleados y valorándoles como es debido. Es importante sonreír y saludar al equipo, pues hay jefes que no son conscientes del estado de ánimo con el que entran en la empresa, generando con ello un clima de desasosiego o malestar. El reflejo de dar buen ejemplo por parte de los superiores es uno de los elementos que más puede influenciar positivamente a los empleados.
Un jefe que quiera crear un buen ambiente debe aprender a felicitar a sus empleados por sus logros e intentar solucionar los errores en equipo sin centrar la culpa en una persona; más aún, un buen jefe sabe asumir los errores de sus subordinados a la vez que les da el mérito a ellos cuando llegan los éxitos. El principal error que impide que los trabajadores sean felices en sus puestos de trabajo es en muchas ocasiones el estilo directivo, pues aspectos como la falta de reconocimiento, la presión excesiva o la dejadez pueden mermar su ánimo.
Conseguir que los empleados mejoren su felicidad podría constituir lo que llamaría una mejora del salario emocional, implicando a su vez una mayor retención del talento en la empresa, una mejor implicación, dedicación y motivación de sus empleados, un aumento de la productividad y una mayor sensación de pertenencia a un proyecto común. Sin embargo el problema es que a veces para algunos propietarios o jefes es más fácil comprar con dinero que gestionar las emociones, y lo cierto es que teniendo empleados más felices conseguirían mucho más.