Francia era el principal emisor de visitantes a nuestro país cuando empezó el turismo de masas en los sesenta. En la década siguiente, los años horribles en Gran Bretaña y de la depresión “post gaullista”, el lugar fue ocupado durante años por Alemania. Los alemanes, que acababan de descubrir su nueva riqueza, eran no solo los que más venían sino también los que más gastaban.
Con la irrupción de las compañías de bajo coste fueron desbancados en número por los británicos, pero no en el gasto por persona. Por eso son preocupantes las noticias económicas que nos llegan y que tendrán consecuencias en el turismo, especialmente en los destinos en los que se concentran los germanos: Mallorca, Canarias y en menor medida las costas Brava, del Sol y Blanca.
Según los medios económicos, Alemania ha rozado la recesión en el último trimestre del año tras los resultados del anterior. El Gobierno se ha visto obligado a reducir las previsiones de crecimiento del 1,8 al 1% y ha anunciado su participación activa en la política industrial al modo francés. A pesar de que el paro está en mínimos, hay unos cuatro millones de empleados en trabajos temporales y eventuales de gran precariedad, mientras crecen los movimientos populistas de extrema derecha, políticos como AFD o sociales, claramente xenófobos.
El problema más grave es el de la industria automovilística, que según el periódico económico “Handelsblatt” está pasando por su mayor crisis en décadas y que podría acentuarse cuando “los estadounidenses y los chinos dejen de comprar nuestros coches”, según el profesor Wolfang Streek del Instituto Max Plank en una entrevista en El País.
La política arancelaria de Donald Trump, la disminución del consumo en China y el caos del brexit nos anuncian ya esa situación.
De esa industria dependen un millón de puestos de trabajo bien pagados y multitud de empresas proveedoras que pertenecen a la llamada “mittelstand”, el corazón económico de ese país. Con la reciente subida del sueldo de los funcionarios, el Gobierno indica que no desea que disminuya el consumo y que, como hace históricamente, la población se lance al ahorro por el temor a tiempos peores.
Muchas familias con esa preocupación preferirán irse a Turquía, un pequeño ahorro se convierte en grande al multiplicarse por cuatro, dejando un hueco en apartamentos turísticos y en el llamado “alojamiento no de mercado”, ya alquilado en su propio país. Los hoteles se verán menos afectados. El cierre de Germania -800.000 plazas a España- tras el de Air Berlin en su día plantea nuevas dificultades.
La situación en Italia, mercado de gran crecimiento en los últimos años, tampoco es buena, por lo que habrá que buscar en otros caladeros europeos la clientela necesaria.