A punto de celebrar su treinta aniversario, la empresa Toni Pastor Refrigeración se ha convertido en un proveedor de referencia para la reparación e instalación de toda clase de equipos de frío y calor. Una empresa liderada por José Antonio Pastor Ferrer que cuenta con un equipo de doce profesionales con los que dan servicio como mecánicos frigoristas y que ha sabido tejer una relación de confianza con sus clientes, tanto empresas como particulares. Trabajo no les falta porque, como ellos mismos explican, cada vez hay más personas que se dedican a instalar aires acondicionados pero quedan muy pocos profesionales que sepan reparar la maquinaria. Es por ello que mientras Toni Pastor me detalla la evolución de su negocio a lo largo de tres décadas, su teléfono móvil no deja de sonar en todo el rato. Dice Toni Pastor que cuando el calor asoma, todo el mundo se acuerda de él, como aquella vez que tuvo que ir hasta el mismísimo Palacio de La Moncloa a reparar un equipo muy complejo de un tren de lavado.
ORÍGENES. La historia de Toni Pastor Refrigeración es un relato de una persona hecha a sí misma que a los 12 años vendía pollos y patatas en bicicleta para ayudar en casa y cinco años más tarde, en 1985, se fue a trabajar a Inglaterra durante dos años para el ejército británico en una empresa llamada Cointronic, que fabricaba piezas. «Me di cuenta de la capacidad que tenían los británicos de poder fabricar cualquier cosa que se propusieran y de enseñarte con facilidad un oficio, acudiendo un día a la semana a la escuela y el resto, pudiendo practicar en la empresa», explica Toni Pastor. «Aquella experiencia me impresionó», detalla. A su regreso y tras hacer el servicio militar, estuvo ayudando a sus padres en un negocio de hostelería que regentaban y en invierno, tras quedar sin trabajo, se apuntó a un curso como frigorista. «No tenía ni idea de que aquel cursillo marcaría mi vida», explica.
Durante los siguientes tres años estuvo trabajando para la empresa Frigo, reparando congeladores y posteriormente cambió de empresa pasando a aprender cómo reparar máquinas de aire acondicionado. Cuatro años más tarde, en 1995, decidió dar el paso y fundar su propio negocio como instalador y mecánico frigorista. Alquiló un pequeño garaje almacén en es Castell y contrató un ayudante. «En aquella época no había tantos aires acondicionados a nivel doméstico. El trabajo se centraba a nivel industrial en reparar máquinas que había en secaderos de queso, en el sector de la bisutería, del calzado o de la hostelería. Incluso los hoteles no tenían aire acondicionado, tan solo calefacción», detalla. «Los primeros aires acondicionados que recuerdo haber instalado o reparado eran los de las entidades bancarias», afirma.
EVOLUCIÓN. Poco a poco, el hecho de instalar aire acondicionado se fue extendiendo, aunque el boom todavía tardó unos cuantos años porque las primeras máquinas eran muy caras y no todo el mundo se podía permitir el hecho de instalar un aparato en casa. «Hoy en día llegamos a instalar una máquina por habitación, pero en aquella época, lo más habitual era hacer instalaciones en el despacho de una empresa y poco más, porque en los domicilios no había costumbre», comenta. «En el mundo que ahora vivimos la gente busca más confort porque se pasa muchas horas en casa y, además, los equipos son más asequibles de precio que cuando empecé, aunque también menos duraderos», añade.
En paralelo su empresa iba ganando clientes y también crecía en personal que iba incorporando a medida que la demanda crecía y se extendía más allá del terreno industrial. En el back office le ayudaba su esposa Aurea Mercadal, que siempre se ha encargado del departamento de administración. Tras un primer periodo en el local donde empezó, se trasladó a otro almacén en es Castell de la calle Bonaire donde pasó siete años, hasta que en 2005 trasladó la oficina a San Climent, donde todavía sigue. «Cuando empecé, no tenía ni teléfono y la gente me dejaba los recados por debajo de la puerta. Luego pusimos un fax y hoy te llaman las 24 horas del día al móvil o te mandan un whatsapp. Todo ha cambiado mucho», explica.
TRABAJOS INDUSTRIALES. Pero si una cosa ha hecho Toni Pastor son grandes instalaciones a nivel industrial y por ello recuerda los cinco años que pasaron en el aeropuerto de Menorca, entre 2003 y 2008, llevando a cabo toda la instalación de aire acondicionado cuando se hizo una gran reforma. Otro de los trabajos de instalación de equipos de refrigeración a nivel industrial en Menorca han sido en el Hospital Mateu Orfila, donde explica, hay una máquina con un compresor que pesa 1.200 quilos y que genera 600.000 frigorías. «Es un compresor que pesa una tonelada y de vez en cuando toca desmontar y enviar a repasar», comenta. Su trabajo no solo ha estado circunscrito a Menorca, sino que también ha trabajado en algunas ocasiones en la Clínica Rotger de Mallorca, en Puerto Portals o incluso reparando una máquina de aire de una embarcación de 80 metros.
«Al final, contra mayor es la máquina, mejor se trabaja porque las piezas son también de mayor tamaño y se manipulan más fácilmente», confiesa. La anécdota de Toni Pastor es que una vez tuvo que ir al Palacio de la Moncloa a reparar una máquina muy especial de un tren de lavado que tenían. «Me llamaron a mí porque había reparado otra exactamente igual en Mallorca y eran del mismo fabricante», detalla. «Tienes que estar siempre al día. Me gusta ir los salones que se celebran en Ifema cada dos años para conocer las últimas novedades y mantener el contacto con los proveedores», explica.
TRABAJO. Toni Pastor explica que en su oficio hay mucho intrusismo porque surgen instaladores debajo de las piedras que cuando hay un problema, simplemente, cambian las máquinas porque no la saben reparar. «Me sorprende que antes éramos un país que exportábamos mano de obra a países como Alemania o Suiza y ahora cuesta tanto encontrar un operario que te repare una cosa. En nuestro caso es difícil encontrar personal», comenta. Toni Pastor comenta también que los equipos de refrigeración y bomba de calor han evolucionado mucho «Los equipos de última generación ahora llevan incorporados sensores de movimiento, wifi, calendario horario y un montón de cosas que optimizan su funcionamiento. Puede parecer que son más ecológicos, pero, sinceramente, yo prefiero los de antes que duraban veinte años y quizás gastaban un poco más, pero los podías reparar. Ahora, con siete u ocho años, tiramos los equipos porque ya no funcionan», destaca.
«También es verdad que la gente espera que se estropeen sus equipos para llamarte y lo que hace falta es llevar a cabo un poco de mantenimiento durante el año, encender los equipos de vez en cuando para comprobar que funcionan bien», añade. «Me sabe mal cuando a alguien que está de vacaciones se le estropea el equipo y si la pieza tarda cinco días en llegar, luego se quejan de que les has fastidiado las vacaciones porque han estado a disgusto en aquella vivienda cuando no es tu culpa», comenta. «Los meses de mayo y junio son los peores a nivel trabajo porque arrancan los equipos. En agosto ya no pasa porque hace dos meses que está en marcha», concluye.