Marco Antonio Tejeiro, imputado en el caso Nóos, ha presentado este jueves un escrito de confesión sobre su relación con la trama investigada.
El cuñado de Diego Torres, contable en su día del Instituto Nóos, admite que los contratos de la entidad con instituciones públicas estaban deliberadamente inflados. Los fondos que el instituto recibía, siempre según Tejeiro, se distribuían a través de las sociedades pantalla creadas para ello, y él mismo se encargaba de ejecutar las operaciones que dictaban los socios.
La confesión de Tejeiro da un vuelco al caso, por tratarse del primer 'arrepentido' sobre la manera de actuar que tenían en el Instituto Nóos. En su día el exdirector general de Deportes, José Luis Ballester, también admitió la comisión de delitos, pero implicando en este caso al expresidente del Govern Jaume Matas.
Acuerdo con el fiscal
El arrepentido detalla en el escrito que ha dirigido a la Fiscalía Anticorrupción cómo el esposo de la infanta Cristina y su socio constituyeron un instituto que formalmente no tenía ánimo de lucro, pero que utilizaron para enriquecerse repartiéndose a través de una red de empresas los fondos que les pagaron organismos públicos de Baleares y la Comunidad Valenciana.
Torres y Urdangarin eran los «auténticos jefes y líderes del Grupo Nóos», sostiene Tejeiro, y como tales tenía «poder de decisión absoluto» para organizar el flujo del dinero que «se repartían» de manera equitativa.
Además, señala que tuvo conocimiento de que los responsables de Nóos ordenaron preparar eventos para el Govern balear y para organismos públicos valencianos antes de que se firmaran los convenios correspondientes, lo que pondría de manifiesto la connivencia con responsables políticos al margen de los procesos reglados de contratación.
En concreto, cita los casos del Valencia Summit 2004 y el Illes Balears Forums 2006 y apostilla además que no tiene constancia «de que jamás se hicieran presupuestos detallados y analíticos» para presentarlos a las administraciones que los contrataron.
Tejeiro sostiene asimismo que aunque Urdangarin dejó el Instituto Nóos por indicación de la Casa del Rey en 2006 siguió haciendo negocios con Torres.
El excontable, que fue despedido en 2008, indica que el Grupo Nóos lo conformaban el instituto que le daba nombre y otras empresas controladas por los socios, entre ellas Aizoon, la sociedad que compartían al 50 % la infanta Cristina y su marido.
Respecto a esta empresa subraya que «carecía de infraestructura personal y de medios relevantes para el acometimiento de su actividad social» y que «todas las facturas que emitió contra el Instituto Nóos y Nóos Consultoría tenían por finalidad desviar a su favor los fondos recibidos por el Instituto Nóos».
Los empleados de las distintas sociedades del grupo trabajaban bajo una dirección única, independientemente para cuál estuvieran contratados, y algunos de ellos fueron empleados de manera ficticia por Urdangarin y Torres para repartirse las supuesta remuneraciones, describe.
El arrepentido afirma que «la actividad principal» de Nóos fue la organización de las dos ediciones del Illes Balears Forum y las tres de los eventos Valencia Summit, que costaron a las arcas públicas unos 6 millones de euros.
Como «el coste real de la organización de los eventos fue notablemente inferior al importe recibido por los organismos públicos», la entidad sin ánimo de lucro cruzó facturas falsas con entidades del propio grupo para que Urdangarin y Torres se apropiaran de los beneficios, describe.
Tejeiro explica también que Diego Torres, esposo de su hermana Ana María, también imputada en la causa, organizó una «estructura fiduciaria internacional» que empleó para evadir capitales de Nóos, aunque desconoce si Urdangarin hizo uso de ella.
Otra de sus confesiones es que parte de las personas contratadas y pagadas para intervenir en los foros sobre deporte que el Instituto Nóos organizó en Valencia y Palma no prestaron ningún servicio.
El excontable se refiere también a la presentación de facturas por servicios inexistentes a la Generalitat Valenciana en el marco de la organización de la candidatura de los Juegos del Mediterráneo, por los que Nóos cobró 380.000 euros.