Nadiya Popel hace caso omiso al calor imperante en el Paseo Marítimo de Palma. Hace dos días se trasladó desde Menorca, isla en que la reside desde hace más de 20 años, para unirse a varios compañeros para apoyar a los jóvenes y turistas aislados desde la semana pasada en el hotel COVID.
Micrófono en mano al grito de «libertad» pasa las horas para aportar su granito de arena a una situación que considera «inhumana» por tener «encerrados» a un grupo de personas por unas pruebas -PCR- que considera «dudosas». Y no solo eso, también reparte cerezas entre sus compañeros y los periodistas allí reunidos; algo que resulta de agradecer porque ni los insulta y, además, pide que bajen la voz cuando alguno grita «terrorismo informativo». Y eso sucede a menudo.
También ha traído comida y papel higiénico al grupo confinado: «Unos chicos nos pidieron pan, chorizo, queso y papel higiénico. No podemos hacer otra cosa más que ayudarles. Espero que se lo hayan hecho llegar», dice esperanzada.
Nadiya pertenece a Baleares acción, un grupo formado por 3.000 personas en las Islas y que, a través de redes sociales, intentan mostrar a la sociedad su teoría sobre la pandemia del coronavirus, sus dudas sobre las vacunas y sobre las pruebas PCR.
Esta ucraniana, médico de urgencias en el hospital Mateu Orfila de Menorca, está en boca de todos por sus opiniones sobre la pandemia y las vacunas, que le han costado una suspensión de seis meses de empleo y se le ha abierto un expediente disciplinario al estimar como falta muy grave su opinión contraria a la vacunación para prevenir el coronavirus.
A la espera de una decisión firme sobre su caso, Nadiya Popel quiere dejar claro que «no soy negacionista, como les gusta decirme, simplemente no me creo a pies juntillas la versión oficial. Diferir molesta», apunta, al tiempo que que teme que con ella suceda lo mismo que con el doctor Ángel Ruiz-Valdepeñas, que ejercía en el hospital de Formentera, y que en mayo fue suspendido seis años por sus posturas negacionistas.