Tras las audiencias celebradas por la mañana en el Palau de l'Almudaina, Felipe VI no tardó nada en regresar a Marivent, donde cambió el traje y la corbata por unas bermudas blancas, un polo azul marino y una gorra roja, para dirigirse después a la base naval de Porto Pi. A las 14.00 horas, cuando el sol se encontraba en su máxima intensidad, se subió a una lancha neumática y se dirigió hacia el centro de la bahía, donde, a pesar de lo picado que estaba el mar, le esperaba el velero Windrose of Amsterdam.
Tras subirse a la imponente embarcación y saludar a toda la tripulación, se izaron las velas y arrancó la navegación, con un intenso viento, desde Cala Pi hasta el Port d'Andratx, ida y vuelta. ‘La rosa de los vientos de Ámsterdam' (traducción literal del nombre del velero) fue construido por Holland Jachtbouw en Holanda en el año 2002, y posteriormente se sometió a una remodelación en 2023. Luce bandera de Malta, tiene 46,32 m metros de eslora, ocho metros de manga y 4,3 de calado. Su diseño exterior es de Dykstra Naval Architects y el interior, de Dykstra Naval Architects. Se pueden acomodar hasta 10 invitados a bordo del supervelero, en 4 suites que cuentan con cama doble y baño privado, y también tiene alojamiento para los 7 miembros de la tripulación, incluido el capitán del barco. Un impresionante velero de dos mástiles que surcó a gran velocidad las revueltas aguas del sudoeste de la Isla gracias al intenso viento que sopló a lo largo de toda la jornada en esa zona del litoral.
Todos esperaban que en algún momento Felipe VI se acercara al Real Club Náutico de Palma, donde el lunes comienza la 41 Copa del Rey Mapfre de vela, para realizar algún entrenamiento a bordo del Aifos 500, embarcación con la que tradicionalmente compite, pero no fue así. El monarca aprovechó la jornada para navegar en este magnífico velero de dos palos. El Windrose of Amsterdam se alquila como chárter y ha estado navegando por Oceanía, el Océano Índico, el sudeste asiático y el Mediterráneo occidental. Su imponente figura acapara todas las miradas cuando iza las velas. No cabe duda de que Felipe VI, que ama el mar desde la niñez, habrá disfrutado al máximo de esta jornada marinera.