El presidente de El PI-Propuesta per les Illes Balears, Tolo Gili, ha asegurado que «acaba de empezar la dictadura lingüística de VOX con el apoyo y el consentimiento del Partido Popular», en referencia a la creación de la nueva oficina de 'Libertad Lingüística' controlada por el partido de ultraderecha.
Gili insiste en que «el PP ha dado una herramienta a la extrema derecha para exterminar nuestra lengua y cultura» ha asegurado. «Según el artículo 7 de la PNL, no se pueden hacer ni reclamaciones, es una auténtica dictadura lingüística».
El presidente recuerda que «haremos todo lo posible por llenar esta oficina lingüística de todos los derechos que los mallorquines tenemos adquiridos desde hace tanto tiempo. No puede ser que, con dos lenguas oficiales, no pueda expresarme con la que yo me sienta más cómodo o representado. VOX ha venido aquí a recentralizarlo todo y no podemos permitirlo», ha reconocido Gili.
«Lo que realmente quieren es acabar con nuestra autonomía, nuestros derechos y nuestra identidad», insiste Gili. «Haremos que estos de VOX vuelvan a las cuevas de donde salieron», ha sentenciado el presidente.
1 de 3 La Constitución la redactaron unos expertos, la interpretan otros, que son quienes dicen que el pueblo es el soberano. Las constituciones comienzan diciendo que existe un pueblo soberano porque tienen que empezar de algún manera, que no sea por la voluntad divina, para explicar de dónde idealmente van a salir todas las leyes concretas y reales que afectan a la vida de la gente. En la Constitución española lo deja claro: artículo primero, apartado segundo, se afirma: «La soberanía nacional reside en el pueblo español». El pueblo es soberano cuando la autoridad recae en el pueblo, aunque la gente no realiza un ejercicio directo de la misma sino que delega dicho poder en sus representantes. La soberanía solo puede ejercerse en condiciones de «justicia social» y de «justicia política». Una sociedad es socialmente justa cuando los medios materiales y sociales que son necesarios para vivir una vida en plenitud han sido distribuidos de manera (relativamente) equivalente entre el conjunto de sus miembros. Una sociedad no puede ser socialmente justa si, incluso desde el instante mismo de su nacimiento, unos individuos se encuentran con palancas que aúpan y otros, por el contrario, con óbices que entorpecen el desarrollo de sus capacidades vitales.