Carlos Duarte, investigador de Universidad de Ciencia y Tecnología de la Universidad Rey Abdullah, de Arabia Saudí, ha ofrecido este miércoles en la UIB la conferencia De carbono a capital azul, en el marco de las Jornades sobre Restauració dels Ecosistemes Blaus, organizadas por la Càtedra de la Mar Iberostar, de la propia Universitat.
En un contexto de cambio climático y pérdida de biodiversidad, Duarte ha explicado que «el concepto de sostenibilidad ya no vale. No somos sostenibles. Hay que hacerlo todo: reducir emisiones, reciclar materiales, retirar dióxido de carbono y restaurar ecosistemas, es decir, regenerar capital natural».
El científico ha destacado que «hemos perdido dos terceras partes del capital natural, entre las que se incluye el 40 % de la posidonia en Baleares. El 38 % de las emisiones de CO2 no proviene de los combustibles fósiles, sino de destruir ecosistemas. Hay que reparar ese capital natural, pero sin ignorar, como hasta ahora, los océanos, que son lo sumideros de CO2 más intensos de la biosfera. Una hectárea de posidonia absorbe tanto CO2 como diez de bosque amazónico. En praderas de posidonia hay enterrado a 11 metros CO2 de hace 10.000 años. Y ese CO2 no se va a quemar, como sí ocurre en los bosques terrestres».
Duarte ha recordado que en 2009 hizo el informe Blue Carbon para la ONU, en el que subrayó la función de un océano saludable en la retirada del carbono. El oceanógrafo ha señalado que «las consecuencias de la pérdida de capital natural son el 38 % de emisiones ya apuntado, la inseguridad alimentaria, la inseguridad en la disponibilidad de agua, la pérdida de resiliencia ante los desastres naturales, un mayor gasto para reparar los daños que éstos provocan, un mayor riesgo de enfermedades para los humanos y poner en peligro el bienestar de las generaciones futuras. Reparar la naturaleza tiene que ser la cuarta revolución industrial».
Duarte ha indicado que «la Conferencia de la ONU sobre Biodiversidad ha fijado unos objetivos para 2030 de protección del 30 % de tierras y mares y de restauración del 30 % de hábitats degradados. Sin embargo, la Unión Europea se ha limitado a un 20 % de restauración de hábitats degradados».
El apunte
Los manglares salvaron vidas en el tsunami de 2004
Los ecosistemas marinos y costeros retienen carbono, pero también salvan vidas, como en el tsunami del sudeste asiático de 2004. Las zonas donde hubo menos pérdidas humanas presentaban áreas de manglares. Actualmente, países asiáticos invierten en la protección de los manglares, no tanto por la retención de carbono, sino por esa función de contención de maremotos.