Aún se conocen pocos detalles de la propuesta impulsada por el Gobierno para controlar el acceso del porno a los adolescentes y niños. Sin embargo, lo que sí se sabe es que el punto fuerte de la propuesta será un mecanismo informático que impida a los jóvenes entrar en las páginas webs que ofrecen contenidos sexuales. Desde el punto de vista de la psicóloga y sexóloga Magdalena Verd esta medida «está bien», pero «si no hay un control parental y una educación sexual, será otro parche al problema».
«Creo que los adultos tenemos que tener muy claro que la ley que va a salir no va a erradicar el abuso, el sexismo, las violaciones... Desde mi punto de vista, lo único que puede erradicar el tema de la pornografía es la educación. Y no una educación preventiva, en donde solo se mire como foco los embarazos no deseados o las enfermedades de transmisión sexual (ETS), sino una educación integral», explica. Precisamente, en su reciente libro Sexualidad. Un camino al amor, habla de esta educación, que tiene que tener en cuenta «la mente, la emoción, el cuerpo y el instinto».
«Mientras no haya este tipo de educación continuará habiendo problemas para nuestros jóvenes. Creo que la educación no solo se tiene que impartir en las aulas sino que también se tiene que dar en casa. Hablar con el hijo o la hija, exponer, no coartar, escuchar, porque realmente hay muchísimos jóvenes que están pidiendo educación sexual, pero parece ser que nadie los está escuchando. Entonces, ¿qué hacen? Se van a la pornografía».
Esta manera de informarse sobre sexo y sexualidad es muy peligrosa, ya que hace que se normalice la violencia: «Un estudio reciente indica que entre el 56-60% consume pornografía violenta». Asimismo, conlleva a una normalización de los roles de género en la que aparece la mujer como sumisa, que tiene que dar placer, y el hombre como agresivo, que solo mira por él. Otro peligro derivado son las posibles disfunciones sexuales y problemas relacionados con la estética: «Hay que decirlo alto, esta gente son actrices y actores. Imagínate un chico o una chica 'gorditos' que miren estos vídeos, que ya tengan baja autoestima y problemas con su propio cuerpo, pues les puede acarrear patologías psicológicas bastante graves».
Aprendizaje por imitación
A nivel generalizado, el hecho de que los jóvenes no tengan los medios para aprender sobre sexo hace que su método de aprendizaje sea vicario, es decir, por imitación. «Si cada vez más lo que hay es pornografía violenta y la otra no tiene tanta fuerza, evidentemente, la imitación va a ir por ahí. Pero el nivel de violencia que hay en general no depende sólo de la pornografía; depende del sistema familiar, de la educación, de muchos ítems. No se puede achacar todo al porno».
«Recurren a la pornografía porque creen que así no fracasarán en su primera relación sexual y sabrán cómo tratar a una mujer, pero todo esto es erróneo. Ahí está el peligro» advierte. Además, en la pornografía que se ve «no hay ninguna prevención, de repente hay coito vaginal y a los tres segundos hay coito anal sin preservativos o hay coito anal y luego una eyaculación en la boca también sin preservativo. Esto es lo que aprenden», añade.
Modelo educativo integral
Verd lleva a sus espaldas 33 años de profesión como sexóloga y en todo este tiempo siempre ha apostado por el modelo de educación sexual integral. Este sistema implica que «no solo nos fijemos en la parte genital, sino que veamos la sexualidad como una cosa mucho más amplia que una penetración. La educación debe partir desde la educación mental, donde son importantes las creencias, el sistema familiar, la parte emocional, la instintiva y la corporal (aceptación del propio cuerpo). En definitiva, que no haya tanta rigidez para acceder a lo que realmente es la sexualidad», defiende.
«Conozco lo que se está dando en los centros escolares ahora mismo y no basta. Está bien, algo es algo, pero una charla no es suficiente, hace falta una asignatura de educación sobre la sexualidad donde se hable de todo claramente», sentencia. Además, considera que no habría que enfocar esta educación solo a los jóvenes, «los padres también la necesitan para tener herramientas y poder ayudarles y tener un abanico más amplio que enseñar lo que es el preservativo. Hay que trabajarlo mucho, no es una información que se aprenda en una charla de dos horas», añade.
En cuanto al papel de los padres, cree que «tiene que haber una mayor comunicación entre padres e hijos, confianza, querer escucharles y una buena educación de base, dada por especialistas que sepan del tema. Un maestro que no esté especializado no debería dar este tipo de clases, porque basará las charlas en su experiencia y creencias», afirma. En relación a las creencias, «es fundamental trabajarlas, porque venimos de una religión judío-cristiana donde el sexo se trataba como tabú y suponía culpa. No podemos seguir dando educación desde el tabú y la culpabilidad», explica.
Eficacia de la medida
«Hecha la ley, hecha la trampa. Si no hay un control parental y una educación sexual continuará habiendo pornografía, porque los niños se las ingeniarán para seguir conectándose y mirarla», asegura. «Somos los padres, madres y el sistema educativo los que tenemos que estar ahí. Todos sabemos que cuando se prohíbe una cosa llama más la atención», continúa. «Por tanto, vamos a darles otras herramientas a los adolescentes y preadolescentes para que no tengan que hacer uso de la pornografía. Una vez que sean críticos, que miren toda la que quieran», dice.
«Al final volvemos a lo mismo, esto solo sirve para que los políticos se pongan la medalla y digan 'mirad lo que hemos hecho'. Si lo hacen, que lo hagan bien, para que los niños aprendan lo que es la sexualidad. Tampoco quiero dar a entender que no soy partidaria de esta ley, pero por sí sola no va a solventar las problemáticas del abuso, violencia de género ni violaciones solo dificultará el acceso», concluye.