Es uno de los más reputados expertos en enfermedades infecciosas no sólo de Baleares, también a nivel europeo. El doctor Javier Garau impartirá la sesión inaugural del curso 2024 de la Reial Acadèmia de Medicina, el próximo jueves, que discurrirá sobre la compleja y cada vez más extendida afectación del calentamiento global sobre la salud de las personas.
¿Cómo impacta el calor en la salud?
—El año pasado fue el más cálido desde que hay registros (en 1850) y, probablemente, en decenas de miles de años nunca el hombre se ha enfrentado a la temperatura que hay hoy en la atmósfera. El calentamiento global es parte del cambio pero no lo único, hay un aumento extraordinario de inundaciones, incendios forestales o grandes sequías que impactan sobre la biosfera de forma muy importante.
¿Habla del calor en sí, y no de la amenaza de nuevos patógenos?
—Sí. En 2023 fallecieron 2.155 personas en España por calor pero lo importante es que no fue algo excepcional, sino la cumbre de una progresión. Debemos exigirles a los gobiernos que tomen medidas.
Y hay muertes directas por el calor pero también las hay asociadas...
—El calor repercute sobre los diferentes órganos y sistemas; a nivel cardiológico, neumológico o neurológico. Se ha constatado que hay un aumento de ictus, infartos… o de enfermedades en prácticamente todos los órganos. Sus efectos es la próxima pandemia, de la que depende en parte nuestra supervivencia. [Realiza una pausa y aclara que, pese a que lo que dice está debidamente documentado, no quiere ser alarmante] porque la realidad es tan grave que no tiene que perder valor. La gente debe recordar que el año pasado los incendios forestales de Canadá inundaron de humo Nueva York.
La cuenca mediterránea es de las regiones del mundo que se calientan más rápido, ¿afectará más?
—Para conocer la epidemiología de la incidencia de la enfermedad, por ejemplo cardiovascular, deberíamos tener a un equipo de cardiólogos que llevara un control perfecto desde hace 15 años. Además es importante entender que el impacto no es homogéneo. Aunque sea de las zonas donde más se note el calentamiento, igual no repercutirá en esto específicamente.
¿El jueves hablará también del impacto de las enfermedades infecciosas?
—El cambio climático incrementa factores que hacen crecer, por ejemplo, la tuberculosis. También sube la resistencia a los antibióticos que, según varios estudios de EEUU, van ligados al calentamiento global. La mayoría de las enfermedades infecciosas son zoonosis, es decir, microorganismos que saltan de la especie animal y que hace que el hombre se vuelva susceptible a ellos. Su capacidad de infección crece y, con el calor y la hiperurbanización (con urbes de más de 20 millones habitantes) se facilita su transmisión. Crecen las enfermedades emergentes vehiculadas fundamentalmente por mosquitos y garrapatas.
¿Hablaremos, en un futuro, de que enfermedades como el dengue sean endémicas en Baleares?
—Hace años que tenemos el mosquito del dengue aquí y ya se vio el primer brote en Eivissa el año pasado. El director científico de la OMS, Jeremy Farrar, ya dijo que el dengue despegará en la próxima década en el sur de Europa y junto con la fiebre del Nilo, amenazan con convertirse en un serio problema de salud pública en España. Pasará igual con el virus chikungunyay y hay que tener presente el zika.
¿El calor será el responsable de la siguiente pandemia?
—El aumento de la temperatura de los últimos años es debido a la acción del hombre. Aunque todavía hay gente que lo niega, incluso los países petroleros han sido capaces de balbucear que conviene acabar con la energía fósil. Mitigar su efecto es complejo. Para controlar las pandemias es necesaria la cooperación internacional no sólo de gobiernos, también la sociedad civil, las farmacéuticas o la salud pública; además de biólogos, epidemiólogos, vacunólogos o veterinarios… Esto afecta a todos los seres vivos, no sólo al humano.
¿Qué opina de nuestra Agencia Balear de la Salut Pública que todavía no tiene director?
—Es una de las múltiples respuestas a la avalancha de problemas que se avecina y hay que vestirla adecuadamente. Nunca se dotan bien este tipo de organismos. No estamos preparados para lo que viene, ni para una segunda pandemia que vendrá pronto. Es más, la gente está enfadada incluso con la OMS, crecen los terraplanistas, las noticias falsas… Es tremendo. Yo soy un médico internista y en mi despacho hay gente que viene con un montón de hojas de Google y se sientan a examinarme. A veces apruebo y otras no, pero tengo que desmontar las mentiras que han leído y reafirmar otras.
¿Cree que seguiremos hablando de COVID o ya se ha terminado?
—Esperamos que el virus camine hacia la estación episódica anual como sus hermanos mayores. Habrá que incorporar la vacuna al calendario.
¿Le alarma la situación de gripe?
—Estamos en plena época de eclosión gripal como nunca, porque hay un montón. Es una lástima que la vacunación no haya funcionado, también hay que ver cómo se ha puesto en marcha porque es la única medida preventiva eficaz conocida, con un gran impacto sobre todo en mayores de 65.
Viendo el debate de la mascarilla, ¿no hemos aprendido nada de la pandemia?
—Más bien poco. No es posible discutir sobre las mascarillas. No hay que hacer un tema político de algo que no conoce bien. Nosotros antes de la pandemia, en época gripal, ya llevábamos la mascarilla. La mascarilla protege.