Es un hombre renacentista, que escribe novelas y ensayos, realiza exposiciones de pintura y participa en competiciones deportivas. Todo eso al margen de su trepidante actividad como jurista. Ahora, además, Felio Bauzá (Palma, 1972) ha sido nombrado presidente del Consell Consultiu de Balears. El colofón a una carrera brillante de un corredor de fondo.
Perdone la primera pregunta: ¿Qué es el Consell Consultiu?
—Es un organismo contemplado en el Estatuto de Autonomía, que emite dictamen jurídico sobre aquellos asuntos expresamente previstos en su Ley de creación: proyectos de ley y de reglamentos, procedimientos de responsabilidad patrimonial, modificación o resolución anticipada de contratos… Viene a ser un control previo de legalidad de la actuación del Govern, los cuatro consejos insulares y los 67 municipios de Baleares.
¿Quiénes lo componen?
—Diez juristas de reconocido prestigioso con una serie de requisitos (vecindad civil balear y diez años de antigüedad), nombrados por el Parlament y el Govern.
En su discurso de toma de posesión defendió la independencia del Consell. La elección por el Parlament y el Govern ¿empaña esa independencia?
—En absoluto; la elección por parte del Parlament y el Govern nos confiere una legitimación democrática indirecta. Los ciudadanos eligen a sus representantes y estos son los que consensúan los nombramientos de los consejeros. Lo mismo sucede con la Sindicatura de Cuentas, o -a nivel estatal- con el Consejo General del Poder Judicial y tantos otros organismos.
¿Son independientes en su funcionamiento?
—Por supuesto. La inmensa mayoría de dictámenes se aprueba por unanimidad. Si algún consejero discrepa, emite un voto particular, que debe ser fundado en Derecho. Lo mismo sucede con las sentencias de los tribunales de Justicia.
Ahora que toca este tema, ¿cómo valora los ataques al Poder Judicial?
—Me parece intolerable. En España todos los jueces sin excepción actúan con independencia, imparcialidad y neutralidad. Cuestionar esto consiste en un ataque frontal al Estado de Derecho. Los ciudadanos en general y los juristas en particular tenemos la responsabilidad de
decirlo alto y claro. Nos estamos acostumbrando a todo y eso no puede ser. Los jueces no se merecen esto. Un país sin jueces independientes sería un Estado fallido.
Desde su perspectiva, ¿Cómo valora usted el funcionamiento de las instituciones en España?
—Me preocupa ver una excesiva politización de las instituciones, con una carga ideológica muy acusada. Como también me genera inquietud ver cómo se retuercen las leyes para hacer encajar intereses partidistas. Es muy triste que la política haya dejado de ser edificante y la haya inoculado el tacticismo cortoplacista. Urge regresar al espíritu de la Transición, con hombres y mujeres de Estado.
¿Qué opina de la Ley de la amnistía?
—No puedo opinar hasta que no lea el texto definitivo en el Boletín Oficial del Estado y no debo hacerlo por prudencia.
En su discurso de su toma de posesión recalcó que los juristas están programados para aplicar la Constitución. Suena muy robótico, ¿no?
—(Risas) Pero así es, igual que los médicos para sanar a sus pacientes o los efectivos policiales para defender los derechos y libertades de los ciudadanos. Los servidores públicos no podemos salir del marco de la Constitución, esa premisa es indiscutible.
En aquel acto también tuvo cariñosas palabras para don Rafael Perera, que le precedió en el cargo.
—Perera fue una excelente persona, de una gran calidad humana, y un magnífico jurista. Dejó huella a toda una generación de juristas y es de justicia recordarle.
¿Es complicado presidir el Consultiu?
—Es una enorme responsabilidad. He sido consejero y consejero-secretario, y ahora asumo la presidencia con gran ilusión. Procuraré estar a la altura; afortunadamente cuento con otros nueve consejeros, cuatro letrados y el resto del personal, de los que sólo puedo deshacerme en elogios por su vocación de servicio. Son un equipo extraordinario.
¿Cómo le gustaría que fuera recordada su gestión?
—Por nada en especial, ni muy distinto a quienes me han precedido, como alguien que se tomó el Derecho en serio y cumplió con su deber. No concibo otro escenario más que ese.
Usted ha defendido a acusados muy mediáticos, da clases en la Universidad como catedrático de Derecho Administrativo, escribe ensayos, pinta... ¿De dónde saca el tiempo?
—(Ríe). Yo considero que hago muy poco y que podría hacer todavía más. En mi caso la receta es dormir lo estrictamente necesario, poner entusiasmo en lo que uno hace y una férrea disciplina del tiempo. Evito con obstinación los tiempos muertos.
Y en breve publicará su primera novela.
—También. Le puedo adelantar que es un libro de misterio, ambientado en Mallorca.
¿Todavía hay facetas suyas que no conocemos?
—Bueno, le puedo contar que soy un apasionado de la figura histórica del pintor Salvador Dalí. Me fascina. Le diré algo: de pequeño fui al museo de Figueres y lo que vi me dejó absolutamente fascinado. Dalí era un genio.
¿El deporte le redime?
—Es vital para mí, es cierto. Practico carreras de fondo y deportes de contacto, sobre todo boxeo. También soy montañero.