Es una de las amenazas del mar balear. Un alga exótica invasora, originaria de Asia, pone en peligro de forma rápida y silenciosa el Mediterráneo. La Rugulopteryx okamurae (todavía no tiene nombre en castellano) ya es conocida entre los expertos marinos que temen que esta especie, procedente de las costas de Japón, Corea y China, se expanda por todas las playas y dificulte la labor de los pescadores. El alga ya se ha adueñado del estrecho de Gibraltar y de buena parte de la costa andaluza. Baleares sigue a salvo, aunque su avance ya es imparable.
La Rugulopteryx okamurae llegó a Ceuta en 2015 en las aguas de lastre de algún barco, en tan solo un año cruzó el estrecho de Gibraltar y en menos de una década ha arrasado con las playas y el fondo marino de la Costa del Sol. Andalucía es, de momento, la región más afectada, pero su presencia empieza a ser un problema en la costa de Alicante, Almería, Canarias, Murcia o Bilbao.
«En Baleares todavía no hay ninguna cita pero viendo cómo se ha extendido por el sur de la Península será cuestión de tiempo que llegue a las islas», asegura César Bordehore, profesor de ecología marina e investigador en el Instituto Universitario para el Estudio del Medio Ramon Margalef en la Universidad de Alicante. Por parte, la Conselleria d'Agricultura, Pesca i Medi Natural no tiene ninguna alerta activa, ya que indican que «no tienen constancia» de que esté cercana a la costa balear. «Una vez detectada, se hace el control», explican desde la administración.
«El principal problema son las aguas de lastre, las embarcaciones cogen agua del puerto en el que están y después no las gestionan bien. Con acciones de este tipo se generan problemas como este que son muy complicados de abarcar, están poniendo en riesgo la biodiversidad y el ecosistema marino pero, también, el sector de la pesca y el turismo», explica el experto.
Con la ayuda del cambio climático y su capacidad para sobrevivir se ha convertido en una especie implacable. Puede habitar en el fondo del mar, pero también puede hacerlo en suspensión, flotando o a la deriva. Además, es capaz de reproducirse por esporas o por esquejes que generan miles de individuos. «Hay zonas en las que la ocupación del alga es casi del 80 % y es muy difícil retirarla, en cambio, si se consigue que cuando llegue no se expanda se podrá ir retirando. El problema de este alga es que es indestructible, puede vivir sin estar enraizada, no necesita estar enganchada al sustrato para vivir», señala.
Bordehore considera que esta especie es «realmente preocupante» por varias cuestiones que pueden afectar al ecosistema de Baleares. «Además de suponer un gasto increíble para los ayuntamientos de las zonas costeras, en las que ya se afanan por retirarlas, lo más importante, es que tiene un impacto ambiental enorme». Y es que desde su llegada, ya hace más de una década, científicos, pescadores y el sector turístico se esfuerzan por encontrar soluciones al problema de la invasión silenciosa.
Por su parte, el Ministerio por la Transición Ecológica ha incluido a la Rugulopteryx okamurae en el Catálogo español de especies exóticas invasoras y han impulsado, a través de una ley de patrimonio y conservación del entorno marino, la realización de una estrategia nacional para luchar contra esta especie, teniendo en cuenta la naturaleza e intensidad de los impactos ecológicos y socio económicos que produce en el litoral español.
A pesar de que esta especie es inofensiva para las personas, el problema es cuando se mezclan con microalgas o algas tóxicas. «Como llega en gran abundancia, es imparable, y cuando se suelta en la orilla pueden crecer en ellas microalgas tóxicas que pueden llegar a ocasionar alergias cutáneas en algunos casos», explica el experto marino.
El apunte
Controlar y prevenir, claves para evitar su expansión
La mejor manera de combatir la llegada del alga asiática a las costas de Balears es la prevención y, en su caso, la detección precoz, con especial atención a los ‘puntos calientes’ de entrada como puede ver los puertos deportivos y comerciales, explican los expertos. En cambio, en las zonas del sur de la Península, en las que ya es imparable, la única opción es elaborar compost con los arribazones y venderlo.