IAG, el holding al que pertenece Iberia, renuncia a comprar Air Europa ante las exigencias de la Comisión Europea. Las negativas de Bruselas ante las propuestas del grupo empresarial han acabado por liquidar las posibilidades de que la operación llegara a buen puerto, casi cinco años después de que se iniciara un proceso que nunca fue visto con buenos ojos por los comisionados comunitarios. Los planteamientos de IAG no han convencido a la Comisión, quien ha ido tumbando cada una de las propuestas que se le hacían llegar alegando una amenaza para la libre competencia y para los derechos de los consumidores.
De esta manera, el grupo ha comunicado que «ha llegado a la conclusión de que, en el actual entorno regulatorio, continuar con la operación no redundaría en beneficio de los accionistas». Con esta decisión, IAG tendrá que pagar a Globalia -la empresa matriz de Air Europa que capitanea Eugenio Hidalgo- 50 millones de euros en concepto de multa o tarifa de ruptura (break fee) por la rescisión del acuerdo para hacerse con el 80 % de las acciones de la compañía que le restaban para ser su propietario (en la actualidad mantiene una participación del 20 %).
El holding que dirige Luis Gallego ha señalado que, en estas condiciones, «la operación deja de estar entre nuestros objetivos», y que, en todo caso, lamentan la negativa de Bruselas a aceptar «esta ambiciosa propuesta». Sobre todo teniendo en cuenta que desde Europa se han aprobado otras operaciones de consolidación del sector aéreo (como ha sido la compra de ITA por Lufthansa). «Creemos que nuestra propuesta reunía todas las condiciones para haber seguido el mismo camino», han indicado.
La operación comenzó a tambalearse de verdad la pasada semana, cuando la Comisión Europea comunicó a IAG que su última propuesta no era de su agrado. La última propuesta de IAG contemplaba la cesión del 52 % de las conexiones que opera Air Europa, un porcentaje que, a pesar de ampliar en 12 puntos la propuesta anterior, no satisfizo las expectativas de los responsables de la Comisión, muy insistente en que la absorción de la aerolínea de Globalia no se tradujera en un monopolio ni en una amenaza para la libre competencia. Desde IAG ya se dejó entrever que esta nueva negativa iba a ser poco menos que definitiva, ya que el grupo no tenía ninguna intención de mejorar sustancialmente las condiciones que había puesto sobre la mesa.
Varias aerolíneas habían mostrado su interés en absorber parte de las rutas de Air Europa que quedarían liberadas en la operación. Concretamente, se trata de Avianca, Binter, Iberojet, Ryanair, Volotea y World2Fly. Todas ellas se postularon en un momento u otro como remedy takers, según la jerga del sector aeronáutico, y recibieron el beneplácito de IAG como las opciones más válidas. Entre las últimas propuestas, figuraba una alianza propuesta entre Avianca y Volotea, compañía esta última que había confirmado su disposición a abrir base de operaciones en Palma si fuera necesario. Ambas aerolíneas compaginarían sus agendas para que la colombiana Avianca se ocupara de las conexiones de largo radio y Volotea, low cost española, operara las de corto alcance.