Condenados a entenderse. Este es el resumen de la historia de amor/odio que viven PP y Vox. De hecho, no es una cuestión baladí que una parte importante de los miembros del partido liderado por Santiago Abascal estuvieron anteriormente afiliados al Partido Popular; incluso aún escuecen los resquemores de algunos roces personales.
Sin embargo, tras la pérdida de peso del PI, que no logró representación en el Parlament ni en el Ajuntament de Palma -entre otras importantes instituciones-, los populares únicamente pueden pactar con Vox para llegar al poder; y tras la división de la derecha, la mayoría abosoluta del partido de Marga Prohens es prácticamente imposible.
El PP balear logró los votos de Vox sin necesidad de incluirlos en los gobiernos de las principales instituciones, salvo en el Consell de Mallorca, pero esto no ha evitado los roces y tensiones desde el primer momento. En principio, las relaciones más difíciles se dieron en el Ajuntament de Palma, donde los de Fulgencio Coll llegaron a poner contra las cuerdas al equipo de gobierno liderado por Jaime Martínez al rechazar en el pleno varias propuestas.
La tensión saltó al Parlament, donde Vox rechazó el techo de gasto como respuesta a la abstención del PP a su propuesta de la libertad de lengua. Desde el primero momento, el partido de extrema derecha ha querido dejar claro que el PP gobierna en las principales instituciones gracias a ellos. Una vez alcanzado su objetivo votaron a favor de los que hasta ahora son los únicos presupuestos aprobados entre ambas formaciones política.
Abascal rompe los pactos con el PP
Uno de los momentos más críticos tuvo lugar en julio de 2024, cuando Abascal ordenó a todos los suyos que rompiesen los pactos con el PP por sentarse a negociar con el PSOE la acogida de los menores inmigrantes. La única excepción fue el Consell de Mallorca, donde Vox decidió permanecer en el gobierno pese a que esta institución es la que tiene las competencias de menores.
A diferencia de otras comunidades autónomas, donde sí gobernaban juntos, en Baleares no se culminó el divorcio, pero sí una separación de temporal de la convivencia. De hecho, los populares salvaron al presidente del Parlament, Gabriel Le Senne, ya que se abstuvieron en su reprobación, solicitada por la izquierda tras romper la foto de Aurora Picornell.
Este gesto permitió la reconciliación entre ambos y volvieron a negociar. Sin embargo, un error en una votación volvió a provocar una crisis de dimensiones sin precendetes hasta la fecha, que impidió al Govern de Prohens aprobar los presupuestos de 2025, por lo que siguen prorrogados los de 2024.
Como se recordará, los populares se equivocaron y aprobaron 34 enmiendas de Vox, algunas de ellas con las que no estaba de acuerdo como eliminar el catalán de la función pública o permitir edificar en zonas inundables. Sin embargo, el partido de extrema derecha no permitió a sus socios rectificar e impidieron que se pudiesen volver a votar las enmiendas. Los partidos de izquierda tuvieron que salir al rescate de los populares para impedir la entrada en vigor de medidas a las que ellos se oponían rotundamente. «No vamos a permitir que un error humano rompa la convivencia», aseguró el portavoz de los socialistas, Iago Negueruela.
A partir de aquí, la tensión fue in crescendo y el 17 de diciembre de 2024 el PP impidió con su abstención que Vox derogase la ley de memoria democrática. Los debates al más puro estilo Pimpinela protagonizaron el pleno. El partido de extrema derecha acusó al PP de traicionar a sus votantes, a la memoria de una parte de las víctimas de la Guerra Civil y a los padres fundadores de su partido; los de Prohen culparon a los diputados de Vox de traicionar el pacto de investidura, al no permitir volver a votar las enmiendas aprobadas por error y provocar la retirada de los Presupuestos.
La bancada de la oposición miraba atónica como PP y Vox lavaban sus trapos sucios en el pleno y aprovechaba esta tesitura para recriminar la inestabilidad que estaban generando. «Ustedes han roto los acuerdos políticos con el PP hasta tres veces», recriminó la presidenta del Govern. La portavoz del partido de ultraderecha, Manuela Cañadas, previamente había acusado a los populares de engañarles tras dos meses de negociaciones. Además, aseguró que la agenda política de Prohens «la dirigen la OCB y el PSOE».
La masificación turística también ha provocado resquemor en la difícil relación PP-Vox. Los primeros han puesto sobre la mesa el debate sobre la necesidad de adoptar medidas para aliviar las quejas de los residentes, mientras que los segundos niegan que haya saturación.
Sin embargo, esta misma semana la vivienda ha provocado un nuevo acercamiento, no es que vayan a vivir juntos, pero sí vuelve a haber sintonía. De este modo, los votos de PP y Vox permitieron aprobar este pasado martes en el Parlament el decreto de vivienda, que prevé la construcción de 20.000 viviendas, el 50 % de ellas a precio tasado. El texto no está exento de polémica, ya que una vez terminados los suelos urbanos y urbanizables se podrá construir en las áreas de transición de los municipios de más de 20.000 habitantes, si el pleno del consistorio en cuestión y el del Consell de Mallorca le dan el visto bueno. Sin embargo, la izquierda asegura que se permitirá construir en suelo rústico y ha anunciado que presentará un recurso de inconstitucionalidad.
¿Supondrá este acuerdo una nueva reconciliación PP-Vox? El tiempo lo dirá, puesto que pese a las discrepancias entre ambos están condenados a entenderse si quieren sacar sus propuestas adelante.
Quin TEATRE per riure de pena. Si són lo mateeeeeeeiiiiixxxxxx , uns amb careta i els altres sense i dient "ArribaspaÑÑÑa!" . Quin fàstic de genteta.