El Observatorio de la Vulnerabilidad y el Empleo de la Fundación Adecco ha presentado, con motivo del Día Internacional de la Juventud que tiene lugar este martes, la décima edición del informe ‘Jóvenes con discapacidad, motor de futuro’. Del mismo, se extrae que un 46,8 % de la población juvenil y con diversidad funcional de las Islas está en paro, estimatoriamente; un dato muy elevado en comparación con sus coetáneos sin discapacidad (27,4 %).
Rania Carmany y Bernabé Monzón tienen 22 y 31 años, respectivamente. Ella trabaja como recepcionista en una residencia de Calvià y él lleva en búsqueda activa de trabajo desde hace un año. Rania asegura que no ha sufrido «ningún tipo de discriminación» a la hora de la contratación; pero Bernabé admite que en las entrevistas «a veces» ha sentido que se reían de él y que le han discriminado.
Rania tiene una lesión en la médula y una discapacidad del 85 % desde hace cuatro años tras sufrir un accidente. Empezó a trabajar el pasado julio en la residencia donde había hecho las prácticas del Grado Medio de Administración. Tiene contrato hasta el 10 de septiembre, luego continuará sus estudios con un Grado Superior de Integración Social. El estudio también refleja que siete de cada diez jóvenes no podrán cumplir sus expectativas laborales.
Sin embargo, Rania es optimista: «No he sentido en ningún momento que la silla de ruedas haya sido un impedimento para desarrollar mi trabajo. Creo que podré trabajar en mi profesión pero me encontraré alguna dificultad. Por ejemplo, en la residencia me cuesta apagar las luces pero tengo un palo para llegar al interruptor», expone. «De cara al futuro me puedo encontrar dificultades a la hora de que el sitio no este adaptado para mí», admite.
Bernabé lleva sin trabajar desde octubre del año pasado, hizo la temporada como camarero. En su caso tiene una discapacidad intelectual del 48 %. No ha terminado los estudios obligatorios: «Los abandoné definitivamente con 20 años por un tema de dificultad y me puse a trabajar». Ahí comenzó como recoge maletas en el aeropuerto de Palma. Desde el año pasado ha llegado a hacer tres entrevistas laborales y en dos de ellas se ha sentido discriminado: «En la primera me entrevistó un chica que no la veía muy convencida conmigo y no me llamaron», dice.
«En la segunda me entrevistaron dos chicos jóvenes y la verdad que me sentí incomodo, no sentí que me fueran a coger. Creo que me discriminaron por la discapacidad, que pensaban que no podía hacer bien el trabajo. La última fue bien pero tuve que rechazar el trabajo porque no tenía cómo desplazarme. Pedí un destino más cerca y no me llamaron», narra. «Quiero que me respeten, que no me hablen mal y tener el mismo derecho que el resto. Me siento mal porque ha pasado un año y me gustaría tener algo estable. Me ayuda mi madre pero tengo 31 años, no quiero depender de ella. Físicamente no tengo ningún problema, me cuesta más la parte intelectual pero intento mejorar y aprender. Quiero trabajar», asegura.
Tienen q demostrar más q los otr@s, y muchas empresas quieren hacer negocio.