Mientras la Península arde de punta a punta en uno de los peores veranos que se recuerdan, Baleares se ha convertido en uno de los pocos refugios que escapan al fuego este verano. En lo que va de año se han registrado en las Islas 45 siniestros (20 en Mallorca, 17 en Ibiza y 8 en Menorca) que han quemado una superficie total de 24,90 hectáreas de la que solo 2,99 hectáreas corresponde a superficie arbolada.
Los datos están muy por debajo de la media histórica de los últimos 20 años, solo por detrás del año 2022, el mejor hasta la fecha, con 17 hectáreas de superficie calcinada. «Aquél año, como este, fue horrible para la Península con unas 270.000 hectáreas quemadas, cuando la media de siniestros es de 95.000 hectáreas anuales en la España peninsular», recuerda Joan Santana, jefe del Servei de Gestió Forestal de la Conselleria d’Agricultura del Govern balear que pide prudencia a la vez que arroja algo de luz sobre la paradoja de Baleares.
«Estamos muy por debajo de la media pero no nos engañemos, queda mucho verano por delante y un solo incendio puede quemar el 90 % de las superficie de Mallorca. El problema es que con los incendios que se dan hoy en día con el cambio climático, en un día malo, una chispa te puede dejar fuera de la capacidad de extinción», explica el experto.
Los últimos 15 años han sido «bastante buenos» en Baleares. Desde que en 2013 ardieran 2.500 hectáreas en Andratx, la tendencia es descendente. La media de siniestros en Baleares es de 120 incendios al año. El 2024 acabó con poco más de 80. ¿Está cambiando algo en la manera de gestionar las Islas o es solo fruto del azar?
«El problema es que no se puede ir detrás del fuego, hay que adelantarse con la prevención, el 100 % del éxito no se debe al azar. Invertimos mucho esfuerzo y dinero en prevención y en este último año, con la financiación de fondos europeos y de la ecotasa, ha aumentado la superficie de prevención, que ya es de 600 hectáreas forestales, aún alejada de la superficie ideal que se estima en un 1% del territorio, 2.300 hectáreas en el caso de las Islas», señala Joan Santana.
En 2024 se ha recuperado la línea de ayuda a la Prevención de incendios forestales del Fogaiba que se puso en marcha en 2018 y 2019 pero quedó en suspenso por la pandemia y no se había vuelto a activar. Se han presentado 264 solicitudes y beneficiara a 193 propietarios con un importe de adjudicación previsto de 2,94 millones de euros, el más alto hasta la fecha. En 2018 y 2019 se repartieron en esta misma línea de ayudas798.576 euros y 1,72 millones de euros respectivamente.
«Actualmente tenemos un doble problema, por un lado, el abandono rural que genera un escenario muy complejo. Acumula mucha biomasa y eso provoca que cuando arde lo hace con intensidades de llama imposibles de apagar. Los incendios son cada vez más intensos, más extensos y más peligrosos porque a la vez aumenta más la interfaz urbana forestal. En Ibiza siempre que se produce un fuego se nos ponen los pelos de punta», relata el experto.
Eso hace más necesaria si cabe la prevención. Es importante que las personas que viven en el campo realicen una buena gestión forestal. Pasa por generar una franja de seguridad de 30 metros alrededor de la viviendas, separar los árboles tres metros entre copas y entre arbustos y podar desde el suelo hasta 30 metros de altura alrededor de la vivienda.
«En segundo lugar es importante permitir hacer esponjamientos. En Ibiza hay pinares en los que se llegan a contabilizar 20.000 árboles por hectárea que es una barbaridad. Pasar a 400 o 500 ese reducir el combustible. Es lo que los técnicos llamamos clareos», dice Santana.
La creación de fajas lineales alrededor de caminos y paredes limítrofes y el mantenimiento de una estructura general del paisaje que combine zonas forestales con agrícolas, son también claves. De ahí que se hayan habilitado líneas de ayudas para recuperar los antiguos bancales de olivar en la Serra. «De esta forma rompes la continuidad y el fuego se ralentiza, dando una oportunidad para su extinción», añade.
El técnico recuerda que «los antiguos cortafuegos han pasado a la historia, ahora se trabaja con la idea de generar un paisaje en el Mediterráneo que sea lo más resistente posible a los incendios y que permita intervenir y atacar lo más rápido posible para que quede en un conato».
El panorama mundial es «desolador». Las condiciones climáticas provocan que cada vez haya más olas de calor y más largas. La media nacional de los últimos 15 años es de 44 olas de calor y en los últimos cinco años se están produciendo más del doble. «Con estas condiciones los incendios, a la mínima, quedan fuera de la capacidad de extinción, es como si a una barbacoa le metes un secador de pelo. Por muchos medios que tengas es imposible apagar», señala el jefe del Servei de Gestió Forestal.
Los equipos están siempre a la expectativa, a ver cuándo le toca a Baleares. «Sabemos que lo probable acaba por suceder, por eso es importante no bajar la guardia y mantener los medios», añade.
Baleares dispone actualmente de un operativo interinsular de 350 personas del Ibanat, agentes medioambientales y técnicos de la Conselleria de Agricultura. Además cuenta con cinco helicópteros (tres para Mallorca, uno para Menorca y uno para Ibiza y Formentera), dos de ellos con una brigada helitransportada. Además hay un avión anfibio en Ibiza y otro en Mallorca que cargan en el mar lo que mejora la velocidad de respuesta. Hay otros dos medios más que pone el Gobierno central: un hidroavión de Pollença y un avión de carga en tierra en Son Bonet, este último con una capacidad de respuesta más lenta. El de Pollença no está en estos momentos operativo en las Islas porque se ha sumado a los equipos de extinción que trabajan contrarreloj para frenar el avance del fuego en la Península.
A todo ello se le suma un avión de coordinación y observación que realiza un vuelo de vigilancia diario. «Tiene un poder disuasorio importante y da información a la central de comunicaciones en caso de incendio en tiempo real con una cámara infraroja con la que vemos el frente más caliente. En el avión va un técnico de coordinación aérea con dos misiones: el análisis del comportamiento del fuego y la organización del espacio aéreo para que no haya interferencias», concluye Joan Santana.
Si algo preocupa especialmente al experto es la masificación de Baleares en verano que condicionaría un posible desalojo en caso de incendio. Los incendios son cada vez más virulentos y su comportamiento sorprende a los expertos por sus temperaturas extremas. «Los que nos dedicamos a esto sabemos que la primera premisa es evacuar pero con los comportamientos tan extremos ya no da tiempo. Por eso vemos decisiones como la de confinar, que se han acordado estos días para varios incendios en la Península», reflexiona el especialista.
Recuerda que «este lunes hubo un incendio en Tarifa (Cádiz) que requirió desalojar hoteles y apartamentos... En Baleares algo así comprometería nuestra seguridad y obligaría a tomar decisiones muy tensas si se produce un incendio de estas características», avisa.
Lo sabe Prohens? , que como se de cuenta lo quema todo.