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ENTREVISTA

«Tras cinco minutos sin atención, las posibilidades de sobrevivir a una muerte súbita son prácticamente inexistentes»

Tomàs Ripoll, director del Programa de estudio de la muerte súbita cardíaca en Baleares

Tomàs Ripoll es el director del Programa de estudio de la muerte súbita cardíaca en las Islas | Foto: T.Ayuga

| Palma |

Tomàs Ripoll es el director del Programa de estudio de la muerte súbita cardíaca en las Islas (MUSIB) y director de la Unidad de Cardiopatías Familiares de Son Llàtzer. Advierte de la necesidad de formar a la sociedad en técnicas de reanimación cardiopulmonar y dotar de desfibriladores los espacios públicos.

La última memoria del SAMU 091 reporta un aumento de un 42 % de asistencias por casos de muerte súbita extrahospitalarios entre 2019 y 2024. ¿Hay más casos o se diagnostican más?

—Realmente si consultas en el Instituto Nacional de Estadística el número de defunciones por causa cardíaca no ha aumentado. Lo que ocurre es que ha mejorado mucho la asistencia de las ambulancias y eso se refleja en más asistencias en y cobertura en la memoria del SAMU 091 en Baleares.

¿Y los infartos en jóvenes? ¿están aumentando?

—Sí. Sobre todo aquellos relacionados con factores de riesgo como el tabaco y hábitos pocos saludables, también el consumo de drogas puede estar detrás en algunos casos.

¿La atención temprana marca la diferencia?

—Totalmente, si no es muy temprana lo normal es que el paciente no sobreviva o que lo haga con secuelas neurológicas importantes. Es crucial que si una persona tiene un paro cardíaco en la calle se le haga la reanimación cardiopulmonar lo antes posible. Cada minuto que pasa bajan las posibilidades de sobrevivir.

¿Hay un tiempo límite de no retorno?

—A partir de cinco minutos sin ser atendido por nadie, las posibilidades ya son prácticamente inexistentes. La cobertura de ambulancias y el tiempo desde el aviso hasta que llegan al lugar en general es bastante bueno en Baleares y ha mejorado mucho, pero es necesario incidir en mejorar la formación de la población general para que pueda iniciar la reanimación. Es una asignatura pendiente que se debería dar incluso desde las escuelas. Haciendo un masaje cardíaco y el boca a boca ganas tiempo hasta que llega la ambulancia. Si alguien ha sido capaz de iniciar reanimación ganas mucho tiempo y las posibilidades de supervivencia son más altas.

La Sociedad Española de Cardiología y Cruz Roja han creado una aplicación, Ariadna, para mapear los desfibriladores automáticos y poder conectar con voluntarios que sepan usarlos antes incluso de que llegue la ambulancia. ¿Qué opina del mismo?

—Disponer de desfibriladores semiautomáticos en ciertos puntos con acceso y, aunque son muy intuitivos, disponer de personas que los puedan utilizar no está de mas. Ya por ley hay ese tipo de desfibriladores en muchos sitios. ¿Ariadna sería buena para Baleares? Cualquier iniciativa que contribuya a mejorar la asistencia de la parada en la calle es fundamental. Ha demostrado que es un sistema muy válido y en Galicia funciona bien. Yo mismo colaboré y marqué cada desfibrilador que veía aquí pero su segunda vertiente está por desarrollar en las Islas: faltan voluntarios.

El presidente de la Sociedad Española de Cardiología afirma que presentó el proyecto sin éxito a Baleares. Tienen voluntarios en su red, pero falta un acuerdo con Emergencias para que haga el volcado de datos y les llame...

—Ahí está. Se tiene que protocolizar para que si hay un voluntario cerca cuando los servicios de emergencia reciben la llamada le avisen para que inicie la reanimación hasta que llegue la ambulancia.

¿Hay más posibilidades de sobrevivir a un infarto en Palma que en la Part Forana cuando el tiempo que tarda la ambulancia es vital?

—En números no sabría decirlo, pero está claro que si te pilla muy cerca de un punto donde hay una base de ambulancias tienes más posibilidades que en la montaña o en medio del campo. Hay una variabilidad en el tiempo de asistencia a veces insalvable. En Mallorca hay bastantes bases del 061 que cubren la Isla bastante bien. Están situadas en sitios estratégicos para poder llegar lo antes posible.

¿Qué más podemos hacer para prevenir la muerte súbita?

—Cuando una persona joven (menor de 50 años) tiene una parada cardíaca en la calle la causa más frecuente son las cardiopatías genéticas hereditarias. El infarto normalmente le da a gente mayor. Por eso es muy importante diagnosticar esas cardiopatías de origen genético. En el Programa de estudio de la muerte súbita cardíaca en las Islas (MUSIB) trabajamos en colaboración con los forenses. Cuando alguien ha fallecido en esas circunstancias estudiamos el corazón del paciente y eso nos permite estudiar mejor a las familias y prevenir que sucedan más muertes. Hace más de diez años que tenemos el protocolo implantado en Baleares y es uno de los pocos sitios de España en que se hace. Tenemos unos 50 casos de muerte súbita en jóvenes al año, entendiendo por jóvenes los menores de cincuenta.

Hace unos años ustedes detectaron una cardiopatía genética en Pollença. ¿La insularidad nos hace más vulnerables?

—El caso de Pollença fue mi tesis doctoral. Encontramos una mutación que causaba muerte súbita en jóvenes, todos en ese municipio. Estudiamos a las familias que quisieron para ver si eran portadoras y finalmente identificamos a 10. Después hicimos un cribado en los colegios, pero no salió ningún caso nuevo. No ha continuado porque tenemos identificados prácticamente a todos. Se han hecho campañas de sensibilización en el pueblo y en los centros de salud por si surgiera algún nuevo caso.

En un primer momento parecían familias sin parentesco, ¿qué ocurrió?

—Con la ayuda de Joan Torres, especialista en toponimia, pudimos saber que tenían un antepasado común dos siglos atrás aunque aparentemente no fueran familia porque no compartían sus apellidos hoy.

¿En qué consiste la cardiopatía genética pollencina?

—Es una miocardiopatía hipertrófica. El corazón se vuelve más grueso de lo normal y da una arritmia mortal que no avisa. Te da la arritmia y falleces sin ningún síntoma previo, por eso es difícil de detectar. Gracias a la genética ahora podemos identificar el riesgo y ver cómo reducirlo. Ponemos un desfibrilador interno.

¿Hay otros tipos de cardiopatías genéticas en la Isla?

—Sí. No tan malas como la de Pollença, pero hay algunas. El hecho de vivir en un territorio insular donde hay mayor endogamia favorece la transmisión de ciertas enfermedades genéticas.

¿El turismo influye en las estadísticas de muerte súbita en Baleares?

—Sí. Un 40 % de los fallecidos son turistas. En algunos casos el detonante es el consumo de drogas, que precipita una cardiopatía que tienes aunque no hayas manifestado síntomas. El otro 60 % es población residente.

¿Esos porcentajes se mantienen estables?

—Sí, es una cifra bastante estable. Cuando detectamos un caso de muerte súbita y lo estudiamos, al final la mitad acaban siendo por cardiopatías genéticas y la otra mitad por causas que no tienen nada que ver. Cada vez que detectamos un caso de origen genético estudiamos a la familia para prevenir y nos adelantamos a que puedan suceder más casos.

¿Cuántos pacientes tienen en seguimiento en la Unidad de Son Llatzer?

—En torno a unos 1.500 pacientes.

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