Visto desde fuera, el CB Jovent d'Alaior parece que vive uno de los momentos más tristes desde su fundación en 1990. Pero no es esa la idea que tienen en la institución.
Para los regentes de un club que se encuentra en pleno proceso de constitución de una nueva junta directiva -que en principio ha de presidir la empresaria Àgueda Juanico- el hecho de que el primer equipo pase de haber jugado en LEB Plata a Autonómica en sólo dos años tras varias renuncias es, simplemente, un ejercicio de necesario sentido común para asegurar la viabilidad económica de un club que entiende su existencia fundamentalmente por y para la cantera: salvando todas las distancias, "el Jovent querría ser en Alaior y en Menorca lo que es el Joventut en Badalona y Catalunya"·, afirma el expresidente Joan Mascaró, aunque ahora no tenga un primer equipo potente en el que reflejarse.
Seis presidentes han pasado por el club y la idea siempre ha sido fija: que donde lleguen los primeros equipos sea por méritos deportivos y no por talonario.
A pesar de ello, hubo un periodo -la mitad de la década del 2000- en el que sí se hicieron fichajes de cierto relumbrón, algo que coincidió con la primera estancia del club en la Liga EBA, en la que se fichó al primer profesional: el recordadísimo Antón Soler. Después, y con los picos de la LEB Plata y LEB Bronce -mediante las periódicas revisiones de categorías de la FEF-, hubo inversiones importantes en jugadores extranjeros como Nate Higgs, Chima Valentine, Sasa Zagorak, Philip Tomasson, Dany Storey o Charles Ramsdell, con resultado más o menos positivo. El Jovent estuvo, no obstante, en el lugar oportuno para ascender saliendo beneficiado de esas reestructuraciones.
Por no hablar de técnicos. No los de los equipos de base, la mayoría de los cuales siguen permaneciendo en el club durante años, sino los que han pasado, también con mayor o menor éxito, por el primer equipo, desde Darío Cornejo -fichado en principio como coordinador y al que se le dio confianza para entrenar en LEB Bronce y cuya salida fue por la puerta de atrás-, los bien recordados Félix Alonso -el único que dimitió por asuntos personales- y Víctor Pérez, Quini García o el último, Hugo González y un notable currículum que no le sirvió para acabar bien en Alaior.
¿Cambio de paradigma?
Repasando la historia inmediata del club, parecería que se da un paso más hacia atrás al renunciar a la Liga EBA, última categoría en la que ha competido el primer equipo, un cambio de paradigma. Pero insisten que siempre han seguido un perfil fundamentalmente de formación. Un perfil que se definió claramente a partir del descenso de la Liga EBA en el 2002.
El club entonces dirigido por Joan Mascaró -actual directivo encargado de la economía del club- se encontró con una deuda acumulada de unos 54.000 euros por el impago de las aportaciones públicas, que produjo un desfase presupuestario de cerca de 42.000 al final de temporada. El desfase se superó apelando ante el Govern Balear por la desigualdad ante los equipos mallorquines y fue en ese momento cuando se decidió, por acuerdo de todos los socios, "que se promovería una especie de APA desde el club para proteger siempre a los equipos de base", indica el presidente saliente, Xavi Sáiz.
A su vez, se estructuró la entidad de manera que el presupuesto "siempre tuviera tres partidas definidas: una para el primer equipo, otra para los de base y otra general de estructura de club", añade Mascaró. Se potenciaron además los ingresos atípico.
Sentido común y economía
Esa visión se ha mantenido hasta ahora y también la necesidad ha impuesto el sentido común: en una población de 9.000 habitantes, tener una masa social de 250 socios -ahora menos porque no está el reclamo de una Liga profesional-, "vimos que los ingresos de patrocinios y de las instituciones son cada vez menores e impiden competir en las categorías en las que ha estado el club con anterioridad", recuerda Mascaró.
En LEB Plata y Bronce se manejaron presupuestos de 650.000 euros. En EBA, de 300.000. Ahora, en competición Autonómica, es de unos 150.000 euros para todo el club. Acudir al crédito bancario significa, a la larga, hipotecar el futuro de un club que reconoce una deuda de liquidez de su etapa en LEB Plata de 200.000 euros y de 120.000 en créditos que, afirman, se amortizarán sin problema en base a un plan financiero a tres años, mientras se insiste en mantener a los pequeños patrocinadores, en una tarea harto complicada, y se apoya en los avales de la directiva y de varios socios protectores.