Partido feo y de mucho contacto para un Hestia Menorca que le tocó jugar a algo que no le gusta pero que siempre demostró ser muy superior a un Real Canoe NC sin rumbo que todavía no sabe a qué jugar. Triunfo merecido, segundo seguido, insular (69-84).
El Hestia comenzó el cuarto mucho mejor que un conjunto madrileño que en los primeros tres minutos sólo fue capaz de hacer un triple (3-8). Sin embargo, dos más consecutivos de Kasanki y Ruiz le dieron la vuelta al marcador en cuestión de segundos y llenaron de dudas ofensivas a los menorquines, que quedaron secos hasta prácticamente el final del cuarto. Así y todo el partido iba de errores y el Canoe lo fallaba casi todo; sólo un tiro libre en cinco minutos. Sin embargo el final de periodo sería explosivo por parte de ambos. Al final, un 19-23 insular.
En el segundo los locales volvieron a las andadas y en los primeros cuatro minutos sólo hicieron un enceste, demasiada ventaja para un Hestia que empezó a ver aro de tres, pues en el primero sólo Tamayo había acertado uno, y con tres de Gueye abrió brecha con facilidad (23-37 en el ecuador). El Menorca dominaba las pinturas y pese a no estar demasiado fino, su rival siguió sufriendo mucho en lo ofensivo. Al descanso 32-44.
El local Bacale encestó de tres para abrir el cuarto, pero Hestia Menorca no tardó en responder con Smallwood, Pablo González y Tamayo. Triples que minimizaban la falta de consistencia y cierta espesura ofensiva (42-55 en el 3 ́) pero que eran más que suficientes para doblegar a un Canoe inferior a todas luces, con menos recursos y calidad. Así, y aunque los madrileños no se rendían e incluso Zamora tenía que parar el juego (51-59 en el 6 ́), Pablo González les volvía a castigar desde el perímetro. Al final del tercer cuarto, 55-66.
Pitu Jiménez y Tamayo, claves
Con el gran capitán Pitu Jiménez al mando poniendo calma en un choque de mucho contacto y con Tamayo asumiendo la responsabilidad anotadora, el inicio del cuarto y definitivo fue bueno para el Menorca (57-70). Porque el reloj seguía corriendo y el Canoe sufría en su aro con el rebote; también con despistes impropios de la categoría, mientras que en ataque, por su falta de ideas. La renta psicológica, canasta arriba canasta abajo, permaneció inamovible, a pesar de la irregularidad general en pista madrileña, con 69-79 en el 7 ́, tras una antideportiva incomprensible de un Marrow que se fue al banco.
El final fue muy feo, pues sirva de ejemplo que las dos últimas canastas que hubo, ambas menorquinas, llegaron a falta de diez segundos para la conclusión, con el definitivo 69-84. Eso sí, se pudo ver a un equipo de Javier Zamora práctico, con alma de encajador ante las constantes faltas de su tosco rival.