El Menorca mostró ayer por vez primera síntomas de debilidad. La dureza de la liga está pasando factura a un colectivo que ha ido remando contracorriente y que siempre había dado la cara. Ya son muchas jornadas y la impotencia de verse abajo, de no tener recompensa se reflejó ante el Mallorca. El equipo de Juan Romero, pese a ponerse por delante, jugó su peor encuentro como local, dio muchas concesiones —cuatro tantos en jugadas de estrategia— a un rival superior y careció de la efectividad de los de Pepe Gálvez que hizo diana en sus tres primeros remates. En otras citas y con el marcador en contra, el Menorca no se daba por vencido, pero tras el 1-3 y ver como los minutos corrían sin tener acierto ofensivo, mentalmente el equipo fue decayendo víctima de su impotencia y de la extrema fragilidad mostrada.
La cita arrancó en positivo. Juanfran presionó a Parera que perdió el balón y lo derribó. Amarilla al meta y Marcos desde los once metros puso el 1-0. El propio ariete cabeceó una falta y Parera se lució. Aquí acabó el espejismo y apareció la realidad. El Mallorca comenzó a funcionar y una entrada por banda de Xisco sirvió para la igualada de Ángel. En un abrir y cerrar de ojos, James y Juan aprovecharon la falta de contundencia de la zaga para encaminar el encuentro. El Menorca encajó los golpes con entereza y porfió hasta el descanso para acortar distancias. Juanfran cazó un rechace de Parera disparando alto.
En el arranque de la segunda mitad, Biel tuvo el 2-3 pero no acertó y a renglón seguido, Ángel cerró el partido tras cabecear una falta. El central Juan repitió aprovechando un remate de Iván al palo. Fernando evitó que la goleada se ampliara mientras el equipo, roto, tiró de acciones individuales sin éxito. Juanito tuvo el 2-5 tras robar y jugar con Izan pero Parera lo evitó. Abraham puso el triste epílogo para un Menorca al que el final liga se le puede hacer largo.