Es imposible que haya un punto de inflexión en la trayectoria del Villacarlos cuando antes del minuto veinte un jugador del equipo rival ya ha conseguido un hat-trick, y cuando a la media hora de encuentro ves desconsolado cómo en el marcador se registra una manita. Al final fueron siete los goles encajados y queda el triste consuelo de haber logrado una diana, ese llamado gol del honor que Arthur anotó cuando estaba ya todo más que visto para sentencia. Nueva goleada, nueva demostración de inferioridad de un conjunto que fue vapuleado en el Toni Tatxa. Y es que el coraje y la voluntad de los chicos de Joan Melià no es suficiente cuando el rival es infinitamente superior, tanto en lo físico como en lo táctico. La colección de derrotas, de goleadas, sigue in crescendo.
El partido se resume en los primeros veinte minutos, cuando los palmesanos habían encerrado al rival en su parcela y le habían bombardeado desde todas las posiciones. Cuatro dianas en ese inicio del choque, tres de Socias que tardará en olvidar el encuentro de. La Penya Arrabal sacó ahí un poco el pie del acelerador y los visitantes pudieron salir con la pelota jugada en alguna llegada aislada, pero antes del descanso caería el quinto. Samu hizo lo mejor que pudo, con una colección de paradas interesantes, pero era inevitable la suerte del choque. Sobró el segundo periodo, jugado a mucha menor intensidad y con más goles en el casillero de una Penya que se dio un festín. El Villacarlos logró al menos su gol pero quiso olvidarse del duelo en cuanto sonó el pitido final del árbitro.